Opinaré directamente del abogado, porque de la Fiscalía, tal y como está legalmente configurada, más vale que me ahorre todo comentario. Pero mi opinión es que peor imposible y que tiene que ser urgentemente reformada.
Y en cuanto al abogado, me parece una figura que antes veía con buenos ojos, pero que últimamente me produce muchas suspicacias. Ya sólo el hecho de tener que atacar a personas honestas, para conseguir que el juez se convenza de una mentira y ganar así el pleito, me produce una honda repugnancia. Y sin embargo eso, necesariamente, tiene que pasar en muchísimos casos. ¡Qué decir de los que proponen y consiguen absoluciones de culpables y condenas de inocentes por la puerta trasera! ¡Qué decir de los que buscan en la puerta trasera del tecnicismo ganar un pleito, que mediante las pruebas no pueden ganar!
Sí, no cabe duda de que es un oficio necesario, pero en muchos casos se presta al juego sucio. Y entiéndase, juego sucio no en el sentido de que la persona sea sucia, sino de que las reglas mismas, son sucias. Sí, la condición humana, que tiene esas cosas.
Valoro por el contrario mucho, un abogado que saca de un apuro (o al menos lo intenta por todos los medios) a aquel cliente al que la mala fe de otras personas, pretendió empapelarlo.