Me quedan seis asignaturas. Tengo decidido dejar una para febrero de 2016 y otra para septiembre de 2015 y, aún así, ya estoy agobiado pensando que, para las otras cuatro, no tengo ni un mes para cada una.
Y un mes es bastante, pero si le quitas siete horas y medio de trabajo diario y haces algo de la lógica vida familiar y social los fines de semana, se queda en 40 miserables horas que, a diez páginas la hora, sólo da para darle una vuelta a asignaturas como Trabajo, los Procesales o Internacional Privado y una vuelta no es, como los veinte años del tango, nada...
Habrá que ir cogiendo el hábito de sentarse a estudiar aunque no haya empezado el curso porque, además, diciembre entre cenas y fiestas no existe y luego será el llanto y el crujir -no el "frungir" de Urdangarín- de dientes.