;

Autor Tema: Relato salmantino.  (Leído 1137 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

Desconectado simple22

  • Licenciados
  • *
  • Mensajes: 14754
  • Registro: 14/09/08
  • En la playa cesa el oleaje.
    • www.uned-derecho.com
Relato salmantino.
« en: 10 de Abril de 2020, 21:53:45 pm »
Estoy sentada en la terraza, prisionera, desde mi casa salmantina se ve el río Tormes, el puente romano y tantas maravillas que tiene mi ciudad. Las calles están vacías, muertas, los salmantinos estamos encerrados en nuestras casas. Sólo se ven policías. A veces contemplo a unos pocos valientes luchando contra esa maquinaria infernal de la coacción pública. Todo es en balde. O al menos, yo lo siento así.
Rechinan en mis oídos los aplausos de mis vecinos a esa maquinaria que nos tiene a todos prisioneros. ¡Cuánta necedad cabe en el alma humana! ¿Por qué? ¿Por qué sin ser partícipe de tan grosera necedad, borreguil y populachera, me siento ociosa y estúpida? ¿Será porque soy una artista culta y talentosa? ¿Será por mi piedad cristiana? ¡No! Es por la situación demencial en grado sumo que han creado todos los políticos, empezando por el Doctor ciruela, de fama tan inmerecida que ni siquiera merece la mala fama que se ha creado últimamente, sino algo peor: el olvido, el desprecio, el oprobio, el ostracismo y si hubiera justicia y decoro, la cárcel. No llevo la comida a los supermercados, no vendo, no patrullo, no trabajo en la sanidad, así que me siento ociosa. No me dejan trabajar, y a fin de cuentas: ¿quién necesita mi cultura, mi talento, mis lienzos y mi piedad católica? Nadie. Lo único que quieren es estar encerrados, cosa que se les ha concedido, mascarillas y atiborrarse de comida, bebida y medicinas. Ya sólo espero y desespero, porque esto pase pronto, pero no me hago ilusiones. Había visto muchas cosas, y no era precisamente optimista con mis compatriotas, pero reconozco que había subestimado las portentosas capacidades de la estupidez humana. Quiero consolarme, pensando que el grado de necedad del populacho ha llegado tan lejos, que ya no puede sino mejorar, pero la experiencia y la intuición me dicen otra cosa muy diferente.
Bueno, leo por ahí que alguien ha escrito una especie de relato inspirándose en mí. Voy a ver qué dice.

La madurez, el talento y la sabiduría no tienen ni edad, ni sexo, ni jerarquía.