DE LA CONFERENCIA DE BERLIN A LA RESOLUCIÓN 1483 DE LA ONU (2003).
La Conferencia de Berlín, inaugurada el 15 de noviembre de 1884 y abocada a la tarea de la "redistribución" de las esferas de influencia de las naciones más poderosas, reunió a 14 países, a saber: Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia, Suecia-Noruega (cuya unión real subsistió de 1814 hasta 1905), Turquía y Estados Unidos. De todos ellos, Alemania, Francia, Gran Bretaña y Portugal se erigieron en actores clave a lo largo de la conferencia.
No es necesario insistir en que los territorios en disputa, esto es, los del continente africano, no contaron con ningún representante en la Conferencia de Berlín.
Como resultado de la Conferencia de Berlín, fueron colocadas bajo la tutela de las potencias europeas, distintos territorios del continente africano. Las fronteras políticas que hoy poseen los más de 50 Estados africanos, fueron delineadas en gran medida a partir de las disposiciones de la Conferencia de Berlín. Entre las "tutelas" repartidas destacaron:
- Para Gran Bretaña: control sobre Egipto y Sudán, Uganda, Kenia, Sudáfrica, Zambia, Zimbabue y Botswana. Asimismo, Londres controlaba Nigeria y Ghana.
- Para Francia: desde Mauritania hasta Chad, más Gabón y el Congo.
- Para Bélgica: el centro de África fue su zona de dominio, particularmente en el enorme territorio -y rico en recursos naturales y minerales- denominado Congo Belga.
- Para Portugal: Mozambique en la parte oriental y Angola en la parte occidental del continente, fueron sus "asignaciones".
- Para Italia: la Somalia italiana y una porción de Etiopía.
- Para Alemania: Namibia y Tanzania probaron ser posesiones insuficientes para las aspiraciones germanas.
- Para España: se asignó un territorio pequeño, en comparación con lo que las otras potencias recibieron: la actual Guinea Ecuatorial.
La pertinencia de revisar la manera en que se desarrolló la Conferencia de Berlín hace más de un siglo, es clara: el pasado 22 de mayo del año en curso, 14 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobaron la resolución 1483 (2003), mediante la cual se establece un orden político y económico en Irak que privilegia a Estados Unidos y a su aliado Gran Bretaña, sin que se tomen en cuenta los intereses de la sociedad iraquí.
La resolución ratifica a Estados Unidos y la Gran Bretaña el estatus de potencias ocupantes bajo un mando unificado, que a lo largo del documento se denomina simple y llanamente, la Autoridad.
España y especialmente Australia, no recibieron beneficios importantes en términos de participar como partes de la Autoridad pese al importante apoyo político y moral que Aznar le prodigó a Estados Unidos, y, en el caso australiano, del apoyo logístico, militar, político y moral que tantos costos políticos internos ha tenido para el gobierno que preside John Howard.
El tema de la reconstrucción de Irak, pese a los efectos devastadores que las sanciones amplias aplicadas por 13 años contra ese país han tenido en el bienestar social, en la infraestructura y en las capacidades productivas de esa nación, sin dejar de lado la destrucción que la coalición que encabezó Estados Unidos perpetró, queda plasmado en el párrafo 15 de la resolución, en un simple exhorto a las instituciones financieras internacionales para que "presten asistencia al pueblo de Irak en la reconstrucción y el desarrollo de su economía".
En el párrafo 20 hay una mención específica respecto al petróleo iraquí y se "decide que todas las ventas de exportación de petróleo, productos derivados del petróleo y gas natural de Irak que se lleven se hagan de acuerdo con las mejores prácticas del mercado internacional y, a efectos de transparencia, sus cuentas sean verificadas por contadores públicos independientes que presenten informes a la Junta Internacional de Asesoramiento …. Lo más importante, sin embargo, es que a partir de lo expuesto es evidente que los principales recursos para la reconstrucción de Irak serán resultado no de los flujos de asistencia al desarrollo, sino de las ventas del petróleo iraquí en el mundo. En otras palabras: Irak será reconstruido con recursos generados por el pueblo iraquí, y la administración de esos recursos recaerá esencialmente en la Autoridad.
El programa petróleo por alimentos llegará a su fin en el transcurso de los siguientes seis meses, Empero, subsisten restricciones importantes a las importaciones de bienes que no sean "civiles" ni "prioritarios" y la Autoridad y la administración provisional de Irak podrán valorar "la utilidad relativa de cada uno de los contratos aprobados y financiados, con miras a determinar si incluyen artículos necesarios para satisfacer las necesidades de la población iraquí, tanto en la actualidad como durante la reconstrucción, y posponer una decisión sobre los contratos cuya utilidad se considere cuestionable…" por lo que hay un margen de discrecionalidad que se mantendrá sobre el particular, más graves de la resolución; la Autoridad podrá frenar el flujo de las importaciones de bienes conforme a criterios discrecionales.
La autoridad de las Naciones Unidas en Irak es muy acotada conforme a lo dispuesto en la resolución.
El desarme iraquí, razón fundamental de la guerra que entre marzo y abril perpetró la coalición que encabezó Estados Unidos, no es un rubro importante en la resolución -, lo cual torna todavía más evidente el hecho de que el argumento de hacerle la guerra a Irak por la presumible posesión de armas de destrucción en masa fue, como lo dijo hace un par de semanas Hans Blix, el Jefe de los inspectores de la UNMOVIC, "una invención".
Con esta resolución, Estados Unidos y la Gran Bretaña retroceden en más de 100 años en la historia al instaurar un protectorado en una zona sumamente estratégica. La resolución 1483 (2003) permite a Washington con la complicidad de Londres, establecer el control político sobre el país asiático y poner fin a un régimen de sanciones que impedía que las corporaciones estadunidenses pudieran desarrollar relaciones normales con Irak.
El Irak de la resolución 1483 (2003) es uno en el que los líderes iraquíes fungen como "asesores" de las potencias ocupantes. Conforme a lo dispuesto en la resolución, Irak deberá ser puesto eventualmente en manos de autoridades iraquíes. Había una fecha planteada originalmente, mediados de mayo. El plazo venció y las autoridades estadunidenses ahora hablan de que el proceso podría definirse hasta que esté muy avanzado el verano. Más preocupante es saber que, según lo expresado por el Rey Paul III, aun cuando se conformara una autoridad iraquí, ésta tendría poderes limitados.
De las personas identificadas como posibles miembros de un gobierno interino, no hay una sola de ellas que tenga la aceptación amplia, pero es evidente que si Estados Unidos y la Gran Bretaña demoran la transición política, ello podría generar un gran descontento contra la Autoridad.
Ahmed Chalabi, el personaje más favorecido por el Pentágono, liderea al Congreso Nacional Iraquí. Es banquero de profesión, pero sobre él pesan acusaciones de fraude bancario en Jordania, además de que no parece ser del agrado de las comunidades kurdas
Por último, no se piense que la ONU sale fortalecida de este trance. Lamentablemente, como lo muestra la resolución 1483 (2003), se está haciendo costumbre que las decisiones importantes en materia de seguridad internacional en la posguerra fría se tomen al margen de la institución (ya ocurrió algo parecido en Kosovo, cuando EEUU ni siquiera intentó ventilar el uso de la fuerza contra Serbia en el Consejo de Seguridad y optó, en cambio, por intervenir militarmente en los Balcanes al amparo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte). Una vez que las decisiones importantes han sido tomadas, entonces la ONU llega a proveer asistencia humanitaria. Ciertamente Naciones Unidas tendría que ser algo más que un botiquín de primeros auxilios. Así como hace más de 100 años la Conferencia de Berlín repartía África entre unos cuantos, hoy Irak es repartido en beneficio de las potencias ocupantes. África hoy es un continente que se desangra, en gran medida por la herencia colonial. Irak podría correr la misma suerte.
(*) María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su libro más reciente se titula Cooperación y conflicto en las Américas. Seguridad hemisférica: un largo y sinuoso camino, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003, 365 pp.