1.- El progre siempre es de izquierdas, pero poco. Hablando con propiedad, diríamos que no es de derechas, que es más bien un radical. Para él es mucho más cómodo definirse por oposición, por lo que no es y rechaza; si se ve obligado a expresarse en positivo, quedará reducido a una retahíla inconexa de proposiciones deslavazadas.
2.- El progre siempre se opondrá a todo lo que proponga el Gobierno de los EE UU. Porque lo considera la madre de todos los males. Cualquier suceso, o proceso, de nivel mundial y que pueda ser valorado negativamente, se le achaca por sistema al Estado norteamericano. Ello no impide que se siga bobaliconamente su modo de vida y costumbres. Hasta el mismo radicalismo y antiamericanismo del progre es un modo de comportamiento inventado por los yanquis.
3.- Por lo anterior, el progre siempre debe estar en contra de todo lo que haga el Gobierno de Israel. Pues, este último, está mantenido por el Gobierno americano y es su principal aliado.
4.- En coherencia con los mandamientos anteriores, el progre opinará con firmeza que todo lo malo que ha ocurrido, ocurre, o va ha ocurrir en España, en los últimos cien años, es culpa de un partido político de derechas, o de su estirpe. El caso límite ha sido la ola de fuegos que asolaron Galicia, según los intelectuales oficiales, los culpables fueron los miembros de la oposición de derechas, con lo que demostraron su agudeza e ingenio, al tiempo que destreza en la generación de una realidad fantástica.
5.- Por lo anterior, el progre deberá asistir a cualquier manifestación que vaya en contra del, o simplemente moleste al único partido político de derechas que hay en España.
6.- También y para reafirmar su rechazo frontal a la derechona, el progre deberá estar en contra de todo lo que diga la jerarquía religiosa católica. Esto le llevará, en una curiosa voltereta, a rechazar también una parte sustancial de la historia de su país: toda la referente a la construcción de su imperio colonial, que será considerado como la explotación despiadada de unos territorios.
7.- En el caso (improbable) de que no exista ninguna posibilidad de culpar al Imperio, a la derechona o a la jerarquía religiosa, de un suceso o acontecimiento luctuoso, el deber del «progre» es señalar a la sociedad occidental como la causa de los males (del hambre en el mundo, de la sequía, etcétera). Realmente, al culpar a la sociedad descarga la culpabilidad sobre sí mismo, pero, al ser compartida, le toca poco.
8.- Cuando el progre se refiere a su país lo llama las Españas, (esta acepción es preferible a Estado español, que ya está en desuso por su utilización desmedida por parte de los nacionalistas). Nunca lo llames España, pues despide un tufillo franquista realmente insoportable.
9.- Para construir su corpus intelectual, el progre deberá leer «El País» y/o el «As», escuchar la Ser, ver la Cuatro (también puede valer Localia o Canal Plus), comprar a sus hijos libros de la editorial Santillana, comprar libros de Alfaguara y/o consumir cualquier producto cultural del holding mediático, que ha edificado el Grupo Prisa.
10.- Inspirado por ello, el progre siempre será crítico con lo que denominará «pensamiento único», sin darse cuenta de que el único pensamiento que aspira a ser único es precisamente el de su secta.
Estos diez mandamientos se concentran en dos: el progre debe oponerse a todo lo que diga la denominada derechona (de la cual son líderes destacados Bush y Aznar) y, para ser capaz de aceptar esto intelectualmente, el progre siempre tendrá el recurso de recurrir al simplismo (a la perogrullada) o al realismo fantástico, el Grupo Prisa le ayudará en la tarea.