He leído en el hilo sobre el tema de los militares muertos en Afganistán, calificar al anterior Presidente del Gobierno, D. José María Aznar, de “enano”.
Pregunto : ¿Cuál es la diferencia entre calificar al Sr. Aznar de enano y a Maragall de borracho?
Respondo : A) El primer calificativo es ridículo, sólo se le ocurre a un enajenado, ya que el Sr. Aznar ni es diminuto en su especie ni tampoco es “muy” bajo de estatura, sino que simplemente es bajo de estatura o bien no es alto, lo que me lleva a pensar que, aún usando el susodicho calificativo en sentido figurado, no tiene fundamento alguno, es decir, se trata de usar el calificativo en cuestión para herir deliberadamente a la persona de que se trate o a quienes le rodean, admiran, etc.
B) Por el contrario y en lo que respecta a Maragall, yo diría que en más de una comparecencia pública se le ha visto algo “tarumbo”, aparte de que no hace mucho un representante del pueblo aquí en Andalucía hubo de pedirle disculpas por hacer referencia a su afición a la bebida. En definitiva, cuando el río suena agua lleva y, por tanto, no es de enajenado –como en el caso anterior- calificar a Maragall de borracho, sino que en todo caso el calificativo sería desproporcionado, fuera de lugar, inadecuado, falto de pruebas concluyentes, etc.
PD.- Ahórrese por quien proceda aludir a mi falta de autoestima o a la emisión por mi parte de ladridos, ya que en el fondo se trata del “ponche de ácido lisérgico”, bebida sugestiva de carácter mágico que me lleva concluir con... “Suami”.