A ver: más allá de la actitud de políticos, fuerzas oscuras y demás, se avecina un cambio traumático y a la larga, probablemente beneficioso. Es un drama, porque ni el Estado sabe gobernar a la ciudadanía, ni la ciudadanía sabe autogobernarse. Es un cambio a nivel mundial: los Estados han ido directamente contra la gente de la que dependen y que depende del Estado. Inevitablemente, se va a cuartear no el poder de este gobierno, o este partido, sino el del Estado. El poder, hasta entonces oculto de las multinacionales, ahora está emergente y en su apogeo. El Estado carece de toda independencia ante ellos, y con ello, despojado de toda autoridad ante nosotros. Es evidente que el nuevo poder emergente, cada vez más directo, va a ser cuestionado. Los brujos de la corte oficialistas, técnicos, expertos, llámense como se quieran, pese a algunos aciertos importantes, como potenciar la higiene y limitar las aglomeraciones, han fallado clamorosamente en lo esencial. Y no se olvide que son pilares importantes del Estado. Si fallan estrepitosamente, el Estado se debilita notablemente. Por eso lo que yo digo del declive de las falsas seguridades. Las falsas seguridades ya no pueden sustituir a la confianza en el otro y la autoconfianza. Y ahora menos que nunca. Si el Estado no confía en la sociedad, ni en sí mismo y la sociedad tampoco en el Estado ni en sí misma, entonces es que se trata de un cambio profundo de humanidad para bien y para mal. Y eso no tiene mucha vuelta de hoja.
El Estado, gobierno y oposición, necesitan para funcionar, una confianza que teóricamente proporcionaban los brujos de la corte oficiales. Si ellos fallan, es lógico que estén a la defensiva, dando palos de ciego, porque se tambalean sus cimientos. Y esto ocurre, mientras la ciudadanía consciente, (no los zombis presas del pánico sublimado) busca en los peritos solventes extraoficiales, la certeza, el conocimiento que falta en los peritos oficialistas. El pánico sublimado del Estado, que intenta introducir en la ciudadanía, viene cuando fallan los brujos de la corte. Y la causa de que fallen, es que no han seleccionado a los más capacitados, a los que podían sacarles las castañas del fuego, sino a los enchufados de los políticos, la industria farmacéutica, los poderes financieros, etc. Es decir: al padre de… al hijo de… a la querida de… al amigo de… al socio de… al empleado de… al jefe de… Con los resultados nefastos que hemos podido comprobar. Si el Estado no se purifica, vamos a la anarquía.