Incrédulo: yo no sé si eran excursionistas experimentados, pero las versiones más creíbles no permiten intuir que así sea.
Yo soy muy campero, pero de poca o casi ninguna barbacoa. Yo soy de los de la tartera y la tortilla, y mucho más aún de los de comer en los pueblos, en los negocios de hostelería que allí existen: si vamos al campo, hagamos que nuestra visita reporte algo a las gentes que alli viven o sobreviven (ya sea comprar allí directamente, ya sea ir al bar, o directamente comer allí).
En fin, alguna barbacoa sí que he hecho, y en el parque del Alto Tajo también, aunque más bien en otoño y primavera. En toda la zona existen barbacoas perfectamente preparadas: de obra y bien diseñadas para que salga el humo por donde tiene que salir. Pero por lo que aquí cuentan, esta gente hizo el fuego y lo dejó allí mientras se bañaban en el río. ¿Eso es ser campistas experimentados? Eso, en mi pueblo, se ha llamado siempre domingueros de los Madriles. Se los ve a kilómetros y dan miedo. Si uno hace una barbacoa, antes incluso de buscar la leña y encenderla, hay que tener delante un cubo de agua y si puede ser más agua -por ejemplo, en botellas- muchísimo mejor. Es la regla principal. La siguiente regla es que no se puede dejar de prestar atención al fuego ni siquiera un segundo. La última es que no podemos irnos sin estar seguros de que todas las ascuas están apagadas (ese cubo de agua sirve para mucho, señores). ¡Una persona delante del fuego en todo momento es imprescindible... hasta tal punto, que no puede siquiera sentarse a comer hasta asegurarse de que ha apagado todo!
Si esos domingueros hubieran hecho eso, ahora no estaríamos hablando de lo que estamos hablando. Y en fin, en pleno mes de julio, con treinta y pico grados, ¡¡¡hay que ser muy cortito de cabeza para hacer una barbacoa!!! ... por razones evidentes: el calor, la sequía...
Bueno, gracias por vuestro apoyo. Llevo casi cuatro días muy bajo de moral. Esta tarde el entierro ha sido muy triste, pero, como se dice siempre, "la vida sigue". He visto en la tele que han ido con dos señores de Mazarete (a uno de ellos lo conozco) a ver lo que ha quedado... se me ha estremecido el estómago al ver el entorno de la ermita de San Mamés y su pino centenario (¿milenario tal vez?) abrasado y partido en dos. Ahí, en el pinar, los de Mazarete hacían su comida de hermandad el día de la fiesta de San Mamés, en agosto. Por supuesto, sin barbacoa: con tortilla, fiambre y todo cocinado en casa. ¿Qué pasará a partir de ahora? En fin... este fin de semana trataré de acercarme a Mazarete o a Cobeta a ver lo que ha pasado en el terreno. Me hubiera gustado estar allí, en el terreno, con la gente, pero el trabajo obliga demasiado, por desgracia.
Muchas gracias de nuevo y un saludo cordial.