Televidente. Ves la tele catorce horas y yo la veo catorce segundos. Tú estás con el bozal, cagado de miedo, porque la tele te ha pegado el virus psicológico, que es con creces, el peor de todos. Catorce horas. Yo en catorce segundos que encendí accidentalmete la tele, vi muchas cosas: vi un trozo de un programa, que estaban sentados no a dos metros de distancia, sino a quemarropa. Y por supuesto, no llevaban la caca esa en la boca.
Y tampoco salian corriendo, ni se esforzaban por marcar distancias. Y ni se les pasa por la cabeza que el tertuliano de al lado, lleve consigo la bestia de la muerte que en forma de virus, le va a pegar al otro su hachazo final. Pero el que lo graba, probablemente está sudando la gota gorda con eso puesto y guardando las distancias. Por eso en un desliz, sacó a dos de sus colegas con la mordaza mascarena puesta. ¿Y todavía piensas que esos tertulianos son más valientes y heroicos que el Cid y Manolete juntos? ¡Ja! Ni por asomo. En caso de percibir peligro real, son los primeros en salir por patas. Seguramente, tampoco pensarás que son grandes lumbreras, pero las creencias y el terror apocalíptico de la plebe son tan demenciales y absurdas, que ¡hombre! Ya se darán cuenta de que no se van a morir mañana, porque tengan a otro pegado en el asiento de al lado, a escasos centímetros. Y si no se dan cuenta por ellos, no te quepa duda, querido teletonto, que se habrán asesorado por los mejores especialistas médicos y de otro tipo. Y que éstos les habrán dicho en privado, algo muy distinto de lo que dirían en público. ¿Les habrán dicho algo ultrasecreto, que sólo es accesible para unos pocos?
¡No, querido teletonto! Les habrán dicho cosas que deberían ser conocidas por todos. Cosas que están al alcance de todo el mundo, sobre las cuales hay miles de libros, y miles de vídeos y que por si fuera poco, además se deducen de la intuición y la sabiduría del cuerpo.
1. Que la salud es un todo, que hay que cuidar el cuerpo con buena comida, oxígeno, etc.
2. Que hay que cuidar la mente y el espíritu, alejándose al máximo del mundanal ruido y de la crispación político-mediática.
3. Que el miedo debilita y la confianza fortalece: que lo que temas pasará y lo que proyectes con confianza e ilusión, también pasará.
4. Que estar con esa cosa, es malo para la salud, cosa por lo demás evidente: que el miedo y el mal humor multiplican el efecto de un patógeno y que la confianza y el buen humor, minimizan el riesgo.
5. Que la higiene es siempre importante: la física, la mental, la psicológica, la moral y espiritual.
6. Que la enfermedad aparece por un conjunto de cosas, que se va por lo mismo y que, la salud es gozo, confianza y equilibrio.
En fin: nada diferente a lo que se viene diciendo desde hace miles de años. Nada diferente a lo que se ha escrito en miles de libros de todas las épocas y en miles de libros de la actual. Nada muy diferente a lo que te dicen tu propia intuición y la sabiduría de tu propio cuerpo. Nada diferente a lo que en el fondo siempre has sabido, por mucho que ahora con el ruido mediático, lo hayas olvidado. ¡Despierta! No sólo tienes derecho a vivir en la salud mental y en la confianza, sino que además lo tienes al alcance de tu mano. No tienes que hacer grandes cosas, sino sólo escuchar qué te dice lo más auténtico de ti mismo. Y depende únicamente de ti.
Y sí, es lo que estabas pensando: lo de la mordaza mascarena es hipocresía sangrante, cinismo redomado y clasismo repugnante.
A eso se reduce todo.