Entonces, en caso de que algún día se legalizase... supongo que habría que crear una nueva especialidad que englobase este campo.. ¿podría llamarse el eutanasiador? ... Vale, sin cachondeos, lo cierto es que hay que tener un par de pelotas y una sangre fría de narices (en el buen sentido) para hacer este trabajo. Aunque en los países donde está permitida la pena de muerte viene siendo lo mismo... peor, puesto que terminas con la vida de alguien que no lo desea...
En fin, es un tema peliagudo, yo pienso lo mismo que habeis dicho hasta ahora, sí siempre que sea por orden y consentimiento de la persona que desea poner fin a su vida.
Y voy más allá, creo además, que en caso de que se permitiese deberían hacer una valoración psicológica para determinar que la persona no toma la decisión bajo los síntomas de una depresión exógena, sino por algo que realmente no tiene remedio y siendo una decisión muy muy meditada.
Por ejemplo, el caso que se cita aquí, Ramón SamPedro (que por cierto vivía en el pueblo vecino al mío) es un caso muy especial, puesto que él estuvo bastantes años pidiendo lo que para él era una muerte digna.
Pero creo que tampoco es algo que se pueda conceder a la ligera sin un estudio previo, si cualquiera de nosotros tuviese mañana una desgracia que le convirtiese en un discapacitado de por vida, probablemente al principio se querría morir, pero esto puede ser simplemente una depresión pasajera de la que se puede salir y encararse la vida de otra manera, e incluso llegar a ser feliz a posteriori.
La vida no es un juego, aunque a veces el dolor o incluso la apatía se convierte en algo tan desesperado que nos hace desear la muerte, la vida se convierte en ese "valle de lágrimas" del que tanto se habla en la Edad Media por el que hay que pasar y la única esperanza a la que te aferras es a la de descansar por fin en paz.
Por cierto, fui a ver la peli al cine de Ribeira (que es el concello donde vivía este señor) y os aseguro que cuando terminó sucedió algo indescriptible con palabras, en Madrid no pasa esto, pero en Galicia es muy muy raro encontrarte gente mayor en el cine (salvo en las ciudades grandes) pues aquel día todo el público era gente de más de 50 años, cuando encendieron las luces todo el mundo se puso en pie, pero nadie, absolutamente nadie, se movió, ni aplaudió, ni nadie dijo nada, fue como si se guardase de forma tácita un minuto de silencio en el que nadie se atrevía ni a suspirar; estoy segura de que muchas de aquellas personas le habían conocido en vida, y el ver la película en el cine era como un reflejo de ellos mismos, y de una persona por la que habían sentido un profundo cariño y respeto.
Perdonadme si me he salido del tema, es sólo que me parece algo digno de contar y quería compartirlo con vosotros, ya que ha salido el tema.
Gracias, un saludo.