Lo de las mascarillas, lo del confinamiento facial es una barbaridad. A ver: que los médicos están un poco paranoicos, porque han muerto muchos de ellos en jornadas agotadoras, lo comprendo. Comprendo su temor a los rebrotes que se producirán sí o sí, pasado el verano. Hago extensiva mi comprensión a todo tipo de personal sanitario. En hospitales lo puedo ver hasta justificado, aun a costa de respirar mucho peor, porque puedo entender que eso se compensa con la sensación psicológica de seguridad y tal. Hasta aquí bien.
Comprendo que el Gobierno también, quiera curarse en salud, para que, ante posibles rebrotes, no les puedan acusar de imprevisión, de no tomar medidas y tal. Comprendo también que la presión demagógica de la oposición, no les permite aliviar su presión totalitaria sobre la población, y que todo eso lo usan de pretexto para imponer medidas liberticidas. Pero la sociedad irrespirable que quieren imponer Gobierno y oposición, es demencial. Y se hace para no poner coto a industrias contaminantes como los medios de comunicación, la comida basura, el tráfico rodado contaminante, el que le metan antibióticos a la carne que comemos, el negocio que hacen las empresas madereras con los incendios forestales y muchas cosas de este tipo, como el negocio que hacen las farmacéuticas con las vacunas, los medicamentos, las mascarillas y otro tipo de venenos. De toda esta industria tóxica, la peor con diferencia son los medios de comunicación. Por ahí ha entrado la peste, realmente. Sin esta campaña de pánico mediático, las pestes no habrían sido ni la décima parte de lo letales que han sido en todos los aspectos, incluida la peste legislativa. Es verdad que han servido a sus patrocinadores, como la industria farmacéutica, que cada x tiempo, promueve la “operación pandemia”, para lucrarse a costa de nuestra salud.