Esa es la cuestión.
¿Hasta qué punto debe el Gobierno mantener la mesura y proporcionalidad ante el desafío soberanista catalán?
A muchos de vosotros os pedirá el cuerpo mano dura contra el Govern, aplicación del 155 CE, retirada de la autonomía, etc... Es lógico, los hechos vividos ayer enervan a cualquiera, a cualquier constitucionalista al menos. También la aparente impasividad del Gobierno de Rajoy puede sacar de quicio a los constitucionalistas, aunque su verdadera intención parece ser la de desquiciar a los propios soberanistas. Dudo que lo logren, ante semejante grado de fanatismo, difícilmente.
Lo que está claro y parece vislumbrarse es que con carácter inminente los soberanistas se van a salir con la suya, porque no van a cesar hasta que lo consigan, van a seguir provocando hasta lograrlo. No, no me refiero a su aparentemente ansiada independensia, que no me la trago (estos lo que quieren es más plata y más autonomía), sino a lo que ansían de verdad: convertirse en mártires por la falsa causa que les da de comer y los mantiene en el poder, la de la independensia. Eso es lo que yo creo que busca esta gente, capitaneados por extremistas radicales y antisistema como son los miembros de las CUP, qué se puede esperar. No van a parar hasta que se líe un petardo gordo en las calles de Cataluña, hasta que se produzcan revueltas en las calles, intervengan las fuerzas del Estado, se líe la de San Quintín y alguno de ellos sea portada del New York Times, siendo conducido a un furgón policial con la cabeza abierta y la cara ensangrentada. Eso les haría quedar como mártires ante la opinión pública internacional, víctimas de un Estado opresor como el español, ese es su verdadero objetivo, coger por los huevos al Estado español y sacarle todo lo que puedan y más.
Está muy bien la mesura, el multón que les ha caído a los partícipes de la anterior patraña del referéndum y las que les caerán a éstos, inhabilitaciones, etc..., pero ¿podrá mantener mucho tiempo el Gobierno esta postura? ¿Es hora de que el Estado enseñe los dientes?.
Todo un desafío para el Estado y para el actual Gobierno, el único consuelo al que nos podemos agarrar es que al menos es éste y no otro el Ejecutivo que debe gestionarlo.