Suárez despierta en mi cierta simpatía (a pesar de que nací cuando él ya habitaba en La Moncloa) tanto como Presidente del Gobierno como posteriormente, en los ochenta, al frente del CDS. ¿Qué tuvo de especial Suárez? Que era un político independiente, no sometido a disciplina de partidos. Era un político al que se le votaba, a él, por ser él. Se sabía lo que hacía, decía y quería. Cierto es que esto es lo que le condujo a su caída política (dimisión como Presidente del Gobierno y, después, desaparición de la escena pública de su partido) pero hoy por hoy, cuando se ha impuesto definitivamente (ojalá que no) el bipartidismo (el que deseaba Fraga en la transición), pero además controlado por la minoría provincianista ultraconservadora que sumada no llega ni al 10% de los votos, pero que tiene en su mano el control del país por culpa del sistema electoral que tenemos, se echa mucho de menos una figura independiente como la de Suárez, se echan de menos unos partidos nacionales "bisagra", como pretendió ser (fallidamente) el liberal y centrista CDS.
En esta época de despertar rencores (en mala hora), hay quienes quieren reprocharle su pasado. A mí, la verdad, lo que me interesa de su pasado es justamente lo contrario, que una figura de la que no se esperaba nada fuera la que permitiera los cambios que después se produjeron.
No sé si era la figura tan brillante que otros quieren (en esta hora) mostrar, pero la verdad es que, por su lenguaje, su discurso y su acción política, se echa de menos que no existan ya políticos así en este país. Una auténtica lástima (que explica, entre otras cosas, que estemos donde estamos).