Hay muchos hilos que hablan sobre la organización y, como todo, depende de cada uno sus circunstancias. Yo le cuento cómo lo preparé yo, con mis circunstancias:
Antes de empezar me quedaba con las fechas de los exámenes, aunque fuesen aproximadas, para hacerme una idea del tiempo de que disponía para las asignaturas de las que me había matriculado. En la medida de lo posible acudía a las tutorías semanales a la par que iba leyéndome y subrayando los libros, así podía aclarar dudas, conocer compañeros, compartir materiales y escuchar a un profesor, que casi siempre viene bien.
Cuando quedaba un mes y medio, dos meses para los exámenes dejaba de ir a las clases que no me resultaran realmente importantes y dividía el tiempo hasta los exámenes por asignaturas, por ejemplo: si estaba matriculado de 6 asignaturas y quedaban 8 semanas, sabía que tenía una semana por asignatura más dos de "reserva" para repasos o para las que necesitaban más de una semana (como fue el caso, por ejemplo, de los procesales). Claro, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos ya tenía los libros leídos y subrayados y que además había acudido a tutorías suficientes que me daban pistas sobre cómo hacer frente a las asignaturas. En esas semanas de estudio, repartía los temas de la asignatura que tocase entre 7, para saber cuántos temas diarios tenía que aprenderme, algunas veces iba mejor, otras peor, pero siempre, siempre, siempre, soltaba el libro cuando acababa el día 7. El mínimo de horas diarias era de 8 y es cierto que en materias muy largas hacía mucho más hincapié en las partes que parecían más interesantes al ED, por ser habitual preguntarlo en exámenes o pecs, que en aquellas que no habían preguntado nunca, aunque estudiar me lo estudiaba todo. En el caso de asignaturas como Constitucional III me fijé que tienden a preguntar cosas que suceden en la actualidad: en mi caso la primera moción de censura fallida contra Rajoy; no habían preguntado la moción de censura nunca, pero me lo estudié con intensidad y acerté, cayó en el examen que hice.
Para mi no había domingos de descanso, excepto que hubiese conseguido acabar con los temas previstos antes de tiempo. También, y contestando a una de sus preguntas, trataba de no mezclar asignaturas, iba una por una, pues de otro modo mi cabeza acaba confundiéndose y me cuesta más.
Llegada la época de exámenes me distribuía los mismos entre las dos semanas, dejando siempre que fuese posible y atendiendo también a si era un examen de desarrollo o tipo test, espacio entre ellos para poder hacer repasos intensivos y refrescar lo estudiado durante las semanas largas y duras de estudio.
A mitad de tercero dejé de ir a las tutorías porque compaginé el grado con la preparación (o mejor debería decir, con el "coqueteo") de una oposición, pero el mecanismo y los tiempos han sido los mismos. Fue una experiencia muy interesante, pero muy estresante.
Mis circunstancias contribuyen a poder hacer esto ya que estoy en paro y sin hijos, y puedo dedicarme 100% al estudio. De esta forma he ido a curso por año y no he tenido ningún suspenso.
Recalco que esta contestación no es para insultar a nadie, ni para sacarme brillo a mi mismo, ni va con intenciones maliciosas. Solo explico qué es lo que he hecho yo durante 4 años y me ha funcionado y recalco, por que es importantísimo, que cada persona es un mundo y que las circunstancias de cada uno, también. Lo que yo he hecho no es la tónica general de la UNED y como prueba están las tasas de abandono con las que tanto insistimos todos los veteranos. Lo más recomendable es empezar flojito para medir las capacidades y tiempos necesarios de cada uno para cada asignatura e ir aumentando o reduciendo en función de los resultados, de esta forma se reduce bastante la probabilidad de suspenso masivo y la consecuente sensación de fracaso y abandono de la carrera.
En su caso concreto no se si se ha matriculado y de ser así de cuantas, pero le recomiendo que no estudie varias asignaturas en el mismo día. Dedíquese el día entero a una sola o, como mucho, una por la mañana y otra por la tarde, con espacio temporal entre ellas, para que su cerebro se refresque y no se le mezclen las cosas.