Y mi pregunta es: es ético defender a alguien con el convencimiento de que es culpable?
La ética debe estar bien diferenciada de la justicia; no porque algo no sea ético debe ser por ello injusto. No obstante, el derecho a la defensa jurídica es un derecho fundamental, y para muestra:
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA:CAPÍTULO II/SECCIÓN 1ª:
De los derechos fundamentales y de las libertades públicasArtículo 17:
3. Toda persona detenida debe ser informada de forma inmediata, y de modo que le sea comprensible, de sus derechos y de las razones de su detención, no pudiendo ser obligada a declarar.
Se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales y judiciales, en los términos que la ley establezca.Artículo 24:
1. Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.
2. Asimismo, todos tienen
derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.
La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.
Dicho esto, ¿ético o no ético?. Eso no importa; lo que importa es lo que legalmente está establecido, y en este caso es que toda persona tiene derecho a la seguridad jurídica, sea culpable o inocente. Ya sé que a veces es de locos pensar que asesinos, violadores, terroristas, ladrones... y demás escoria puedan tener derechos que ellos negaron a otros en su momento, pero en un
Estado democrático, social y de derecho es lo que debe primar por encima de todo.
PD: Interesante tu pregunta, por cierto; es la misma cuestión que se plantearon en 1945 los magistrados encargados de enjuiciar a los líderes nazis en los Procesos de Núremberg: individuos que asesinaron sistemáticamente a cientos de miles de personas, privándoles de sus derechos (entre ellos los jurídicos), tuvieron la oportunidad de sentarse en un banquillo con sus abogados, contar su versión, y defenderse legalmente de los cargos que se les imputaban. Para combatir la injusticia solo cabe emplear la más pura y moral de las justicias.