La tauromaquia (del idioma griego ταῦρος, toro, y μάχομαι, luchar) se refiere a todo lo relativo a la práctica de lidiar toros, tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, un espectáculo que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica, como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Panamá y Bolivia. Es también espectáculo de exhibición en China, Filipinas, Estados Unidos y Cuba.
El filósofo José Ortega y Gasset explicaba que era impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de los toros. Si muchos de los escritores y filósofos de la generación del 98, no gustaban de las corridas de toros, era porque la culpaban del atraso de la sociedad española. Así, Unamuno explicaba que no le gustaban las corridas, no porque fuese un espectáculo cruento, sino porque se perdía mucho tiempo hablando de ella y esto explicaba la formación cultural de sus espectadores. Ortega y Gasset, en su obra La caza y los toros, se extrañaba de que el toreo, siendo un ejercicio callado diese tanto que hablar. Posteriormente, la generación del 27 en su mayoría fue amante de la fiesta, sobre la cual escribieron, pintaron y esculpieron. Vale citar las palabras con las que Federico García Lorca manifestaba su abierto apoyo y gusto por la tauromaquia: "El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo".
Ortega y Gasset, al igual que otros autores como el académico José María de Cossío, realizaba un paralelismo entre las corridas de toros y la historia de España.
Bien, definida la fiesta nacional y las distintas opiniones en contra y a favor vertidas por ilustres a lo largo de la historia y entrando en el tema en cuestión, debate en la actualidad, comenzaré por citar el Art. 337 del Código Penal vigente:
"Los que maltrataren con ensañamiento e injustificadamente a animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un grave menoscabo físico serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales".
Yo me pregunto, ¿qué diferencia hay entre un animal doméstico y otro que no lo sea, como los toros bravos?. ¿No hay ensañamiento y está justificado el maltrato que sufren los toros cuando se les torea?.
Y me lo pregunto porque observo que existe una falta de regulación al respecto y lo que es más grave, una contradicción jurídica monumental.
Apelar a la historia para conservar el espectáculo taurino no me sirve de justificación. No todo el mundo ha compartido ni comparte la cultura de los toros, por tanto no debe generalizarse que sea una razón para su existencia ni para declararlo como bien de interés cultural. Por eso no estoy a favor. La pena de muerte ha existido históricamente en España en otros regímenes y en la actualidad no está vigente. ¿Debería estarlo por haber sido legal en otras épocas?.
Pero quizás tampoco habría que prohibir la fiesta de los toros. Quizás modificando la regulación del festejo para no maltratar los toros, como los novedosos festejos que se celebran en Las Vegas, EEUU, podría ser una solución (sin banderillas, sin picadores y por supuesto, sin matarlos).
¿Qué opináis al respecto?. Saludos.