I Mercenarios o servidores.
Tengo una curiosa teoría sobre médicos, sanitarios y policías: se disfrazan de servidores públicos, pero no lo son. Son mercenarios: no están al servicio de los que votan, sino de los que cuentan los votos. No están al servicio del ciudadano que paga, porque realmente el ciudadano no paga: están al servicio del recaudador de impuestos, que ese sí les paga, porque previamente lo extrae de la ciudadanía a punta de pistola. A ver: puede que hagan grandes servicios a la ciudadanía, pero son primero hijos de sus padres, padres de sus hijos, maridos de sus mujeres, después mercenarios de los que extraen el dinero para pagar y de los que cuentan los votos, y sólo en última instancia, servidores del bien común. Y lo son sólo en la medida en que eso no entrañe conflicto con sus intereses personales, familiares, laborales y económicos. No les quito méritos, pero únicamente señalo sus prioridades. Se juegan muchas veces la vida, sí, pero sus prioridades son las que son. No les resto méritos, pero menos idealismos.
II Democracia.
Decía Stalin sobre su sistema, que ahí no decidía el que votaba, sino el que contaba los votos. ¿Puede que hayamos llegado a esto en España? Es posible. En las últimas elecciones se hablaba mucho de ello. No se pudo ver si las actas de escrutinio sumadas, daba el resultado que decía el ordenador de la empresa cuentavotos. ¿Hay corrupción en el recuento de votos? Examinemos una cosa: ¿hay corrupción en la recaudación de impuestos? ¿Va ese dinero al bien común? En gran parte no. ¡Pues cuidado! Porque quien cuenta los votos es el mismo que cuenta el dinero que previamente extrae a los habitantes.
Y si eso pasara: ¿sería para indignarse? ¿Sería algo de por sí negativo? NO. Lo positivo sería constatar eso. Constatarlo y aceptarlo. ¿Pasaría algo si realmente esto no fuera una democracia, ni siquiera contando votos? NO. Sencillamente habría que constatarlo y aceptarlo. ¿Y qué es esto? Vivir conscientemente la realidad como es, no como nuestra mente dice que tendría que ser según ideales, que además son elucubraciones mentales.