Con el rollo de la Hispanidad mal entendida, las empresas españolas invierten en países con regímenes bananeros como Argentina, Cuba o Venezuela.
Lo cual aparte de ser inmoral, además es peligroso.
Pues bien: los resultados saltan a la vista: los bancos tan sólidos que dice ZP, se disuelven como un azucarillo en el agua de los regímenes totalitarios, las empresas serán todas implacablemente expropiadas.
Esto explica la paradoja, de que no es justo, pero sí, merecido. Éste es el resultado de una negligencia imperdonable: la misma que ha permitido el auge de los totalitarismos nacionalistas, socialistas y centristas. Lo primero: mala inversión, lo segundo: mala Constitución y falta de hostilidad contra los separatistas y sus leyes aberrantes e injustas.
Pero como dice un proverbio: "quien bien tiene y mal escoge, del mal que le venga no se enoje."