Por ejemplo, Palangana: el humanismo romano, es de derechos, de igualdad esencial en la dignidad de las personas, pero el germánico es más bien de hechos, de conquistas, de que el derecho tiene que subordinarse a los hechos. ¿Lo vas viendo? Pues bien: ¿cómo conciliar eso? No es fácil.
Y que conste que, esta presentación que hago, no dice lo que parece que dice, sino que se le puede dar la vuelta muy fácilmente.
Al humanismo romano, se le puede reprochar el que sin obras, sin una cierta presión, sin una cierta diligencia, el guerrero en el buen y mal sentido de la palabra, te gana la partida con la gorra. Pues aunque tú tengas razón, por el otro lado, él ha sido más listo, ha puesto obras, empeño y diligencia. Esto se debe a que, tú, negligentemente has confundido el debe ser con el ser. Y has creído que, "debe ser, luego es."
En cambio el otro, con su tosquedad, con su irracionalidad, pero también con su espíritu y su diligencia, no ha dado nada por hecho hasta que lo ha conseguido. Su planteamiento, bien mirado, es tan errado como el suyo. Para él, su lema es "es, luego debe ser."
Nota: no digo que tú representes el personaje que he descrito. En todo caso, haciendo abstracción de si es o no es tu caso, he puesto este ejemplo para que entiendas que hay muchas paradojas y, que hay que poderlas encontrar. Que en definitiva: la razón no es tan "recta" como se proclama y parece a veces.
Y observa que, muchas veces la legislación no es sino esa mezcla rara, ese matrimonio entre la humanista y el guerrero. Los polos femenino y masculino de la legislación.
Y perdón por el rollo y por las "rarezas."