Debates. => Área política. => Mensaje iniciado por: simple22 en 09 de Abril de 2009, 21:05:43 pm
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Me ha parecido graciosa esta noticia...
http://libertaddigital.com/sociedad/condenan-a-una-madre-por-telefonear-a-su-hijo-49-veces-al-dia-1276355928/
49 Veces al día, era capaz de llamar a su hijo: la madre que lo parió.
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Pero pese a todo, comprendo a la madre. Debía recibir también una buena dosis de ingratitud. Y la ingratitud, duele.
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Nunca había visto a su nieto, de 15 años. ¡ qué pena! pobre mujer...menudos hijos que tiene.
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Es curioso comprobar como ante determinados estímulos reaccionamos de una manera tan imparcial.
De la historia conocemos apenas nada. Sólo el hecho en sí de las 49 llamadas diarias, la denuncia del hijo y posterior condena de la madre. Sin embargo, nos imaginamos la escena: pobre señora mayor sola y abandonada que no encuentra otra manera de paliar su soledad que llamar incesantemente a su hijo implorándole que le permita ver a su nieto...Todo muy hollywoodiense.
Quizás la señora fuera una bruja que martirizaba al "pobre" hijo en su infancia (una señora que llega a llamar 49 veces al día a su hijo, bien pudiera ser una neurótica obsesiva capaz de amargar la vida del hijo más paciente).
La verdad es que la respuesta de la dolorida, apenada, abandonada y olvidada madre podría no parecer la más apropiada para una dolorida, apenada, abandonada y olvidada madre.
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A saber cómo será la madre; cómo será el hijo; la hija y el nieto; la familia al completo, para que el asunto tenga que llegar hasta los tribunales.
Un saludo.
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Eso sólo tiene una explicación: Amor de madre enferma. Vamos, de frenopático. O sea, de institución inexistente.
El hijo debe de ser un buen hijo. Comprensivo, cariñoso, atento, caritativo, generoso.... ;)