La Macarena.
La Virgen lloraba inconsolable la pasión de Jesucristo. Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos cuajados. Y ella estaba así, con su pañuelo blanco en sus manos, y su boca entreabierta llorando y llorando.
Era la Virgen de los Dolores. La que llora en todas las iglesias del mundo.
Y Sevilla la vio, y le dolió el alma, y se le saltaron las lágrimas, y la quiso consolar.
Se acercó a Ella, la miró, y viéndola llorar tan bonita, por consolarla le echó un piropo; un piropo con lágrimas;
-“! Olé, las mujeres bonitas!”
Y la Virgen, al oírlo, levantó los ojos y sonrió. ¡Y apareció la Macarena! La única Virgen que llora y que ríe al mismo tiempo. La que llora por su Hijo, y la que sonríe por el piropo amoroso de Sevilla.
¡Que bonita está la Macarena cuando llora! ¡Que dolorida está la Macarena cuando ríe!
Y este es el misterio de su atracción. ¿Por qué es mas bonita, porque llora o porque ríe?
Porque llora y ríe al mismo tiempo.
Para que pueda rimar
Con tu nombre, Macarena,
Tengo una palabra “pena”
Amarga como la mar,
Y tengo el dulce cantar
De un arcángel: “gratia plena”…
Para que pueda rimar
Con tu nombre, Macarena…
La pena con tu dolor.
Que eres Madre Dolorosa;
Y la gracia, por ser rosa
Del amor.
Y uniendo gracia con pena
Va el broche de tu sonrisa…
Ya está la rima precisa
De tu nombre, Macarena.
ORACION PARA LA NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA MACARENA
Oh excelsa Madre de Dios y Esperanza de los mortales!
Sabedor de que habéis recibido la misión divina de guardar, guiar, alegrar y consolar a las almas, a Vos acudo con inquebrantable fe e ilimitada confianza.
Vuestro título de Madre de la Esperanza me alienta sobremanera; vuestro nombre ya es prenda de buena acogida; vuestra misión es seguridad de otorgamiento.
Seguro de que vuestros brazos se abren en todo momento con solicitud maternal, en ellos me arrojo. De Vos todo lo espero.
Aun cuando todo el mundo me abandone, aun cuando la ciencia me desahucie, aun cuando el Cielo oculte sus celajes, aun cuando Dios no oyera ya mis ruegos, aun cuando las tinieblas envolvieran mi alma, aun cuando todo el camino se me cerrara, y sin luz, sin calor, sin fuerza, sin aliento, sin sostén alguno ni humano ni divino, estuviera por hundirme en el abismo de la desesperación, a vuestro amparo me acojo.
Vos no me abandonaréis, oh Madre mía; Vos fuistéis, sois y seréis, después de Jesús, toda mi esperanza.
En Vos confié y en Vos confío contra toda esperanza y seguro estoy que no quedaré confundido.
¡Oh Madre buena y poderosa, oh Madre de la Esperanza! mirad mi aflicción y necesidad, dadme consuelo, escuchad mi plegaria.
Por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Amen