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LoginEl coste del despido ni siquiera se menciona en la reforma del mercado laboral que este martes presentó en el Senado el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, bajo la cobertura de un cambio drástico del Estatuto de los Trabajadores. Su propuesta se resume en la reducción a tres del número de contratos, la subida del Salario Mínimo Interprofesional, la reducción de la tasa de temporalidad, la igualación de salarios entre hombres y mujeres y la utilización de la negociación colectiva como herramienta de los sindicatos para recuperar el poder que tuvieron antes de la crisis.
Si hay un asunto tabú en la reforma que coordina María Luz Rodríguez, la última secretaria de Estado de Empleo del Gobierno Zapatero, es el del coste del despido. Al expresidente le valió en 2011 una huelga general cuando llevó al Parlamento el cambio legislativo y ahora, según fuentes socialistas, Pedro Sánchez quiere transitar por esta cuestión tan espinosa con toda la cautela imaginable. El problema de fondo es que en el PSOE falta un criterio claro al respecto: por una parte no se quiere violentar a los empresarios, pues se opina que aumentar las indemnizaciones cuando la tasa de paro aún no ha bajado del 23% retrasaría la creación del empleo. Pero, por otra, hay quien considera que esta propuesta sería bien acogida por los sindicatos y también por el electorado socialista, buena parte del cual abandonó las simpatías del puño y la rosa, enfadado con las medidas que aprobó Zapatero al sentirse cercado por los mercados.
Esta falta de pautas la ha demostrado el PSOE al defender propuestas contradictorias en al menos tres ocasiones durante el último quinquenio. Durante su última campaña electoral, Zapatero prometió públicamente que su reforma laboral entraría de lleno en la negociación colectiva y en una profunda revisión de las bonificaciones a la contratación. Admitió, además, que había que hacerla con el consenso de empresarios y sindicatos porque de lo contrario resultaría inútil. Y añadió como línea roja que nunca permitiría el abaratamiento del despido. Dos años después, se enfrentó a una huelga general por haber aprobado una regulación laboral que generalizó los contratos con 33 días de compensación por año trabajado en caso de despido, así como el abono al trabajador de 20 días de sueldo por año trabajado, con un máximo de 12 mensualidades, si la empresa demuestra que está en pérdidas, prevé tenerlas o sufre una persistente caída de ingresos. También se abrió la puerta a despedir por causas técnicas, organizativas y productivas. Los ejes de esta reforma los hizo girar el bufete Cuatrecasas por encargo del entonces ministro de Trabajo Celestino Corbacho, algo que puso los pelos de punta a numerosos diputados socialistas, entre ellos al exsecretario general de Comisiones Obreras Antonio Gutiérrez, refugiado en la fundación de Bankia desde que dejó el escaño, a Manuel de la Rocha, padre del actual responsable de Economía en la ejecutiva federal del PSOE, y al aragonés Jesús Membrado.
Zapatero cayó año y medio después de que Alfredo Pérez Rubalcaba tomara el timón del PSOE, organizó una conferencia política como embrión de su oferta electoral, en la que su equipo defendió una revisión a fondo de las causas de los despidos económicos para que, en todo caso, se respetaran “los principios de objetividad, razonabilidad y proporcionalidad de las medidas…”. Del documento sobre “estrategia global para el crecimiento sostenible y la creación de empleo” debatido en la conferencia, se dedujo que los socialistas estaban en desacuerdo no solo con el abaratamiento del coste del despido promovido por Zapatero, sino también con otras iniciativas introducidas en la misma reforma laboral como la ampliación del negocio de las empresas de trabajo temporal.
El PSOE perdió las elecciones de 2011, rodó Rubalcaba y su programa quedó en nada. Ahora, a las puertas de unas nuevas legislativas, su sucesor prefiere pasar con pies de plomo por las materias más delicadas, aprovechando que la presión de los sindicatos está bajo mínimos, casi a los mismos niveles que su prestigio. No en balde, desde que se inició la crisis económica en agosto de 2007 hasta que el PSOE dejó el Gobierno hace casi tres años y medio, se destruyeron tres millones de empleos.