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LoginEntre el marasmo de las voces que surgen sin pausa en el seno del PSOE, ya sea en demanda de mantener su «no» a ultranza a apoyar un gobierno del Partido Popular, el mismo «no» de hace seis meses, o que animan a Pedro Sánchez a reeditar su intento frustrado de lograr la investidura, esta vez al frente de un bloque de izquierdas con el apoyo incluso de los independentistas, ha surgido una voz más, la de Felipe González, probablemente el expresidente socialista más autorizado ante la opinión pública.
González aboga con claridad por que el PSOE acepte entablar negociaciones con Mariano Rajoy para la formación de gobierno. No apoya el exdirigente andaluz la entrada de los socialistas en una gran coalición que permitiera a Rajoy gobernar con la solidez de una mayoría absoluta, pero sí sugiere, en último extremo, que una abstención socialista haga posible la investidura de Rajoy «antes de que acabe julio... o en los primeros días de agosto».
Así lo expone Felipe González en un artículo publicado en «El País», en el que explica la urgencia de formar «un gobierno capaz de tomar decisiones inaplazables». Para ello, González señala a Rajoy que proponga «las bases fundamentales de su programa», de forma que se pueda dar paso a «una investidura apoyada por 169 o 170 diputados». Indica al presidente en funciones que la cuestión territorial, la dignificación del trabajo, el sistema de pensiones, el modelo educativo y la regeneración democrática «deberían ser puestos sobre la mesa por el candidato».
Dos días antes de que se reúna el comité federal del Partido Socialista Obrero Español, mientras cada baronía presenta sus ideas, González recalca a los suyos que «puesto que no hay una mayoría alternativa coherente», la solución pasa por «un gobierno del PP o encabezado por el PP». Señala a su propio partido que «debe ocupar su sitio en una oposición a la vez exigente y dialogante».
En cualquier caso, en opinión de González, el PSOE jamás debe «obstaculizar, en caso de necesidad», la investidura de Mariano Rajoy, ganador de las pasadas elecciones, y la posterior formación de un gobierno que afronte la gestión de los asuntos más perentorios.
En su artículo, titulado «¿Investidura cuanto antes?», afirma el expresidente que «no se trata ahora de preguntarse por el resultado electoral, sino de aceptarlo democráticamente y asumir el lugar en el que cada uno ha quedado».
