La situación es dura, sin duda. Mucha gente cierra los ojos: ¡está comprobado!
Pero a los que sí nos damos cuenta de lo que pasa, a los que sí sabemos cómo está el patio, a los que sí somos conscientes de la amenaza islámica que se cierne sobre España y Europa, les digo:
Debemos pensar ya qué hacer. Creo que es necesario recopilar nuestras impresiones, ordenarlas y sintetizarlas. Y cuando ya tengamos una buena colección, intentar sacarlo a la luz pública en forma de macromanifiesto. Esto requiere mucha paciencia, mucha constancia y mucha disciplina, pero hay que intentarlo.
Porque hoy la democracia está al borde del abismo, al borde de su extinción. No es práctica común entre las gentes, no es nada que se defienda con mucho entusiasmo, no está en la agenda política. Como palabra se utiliza sólo para lo demagógico, pero no está en ningún programa político. La religión cristiana y el himno han pasado de la calle a las cuevas, y con ello la libertad política y la democracia.
Y a pesar de todo, depende de todos los demócratas revertir la situación, pero la solución no es hoy, ni mañana, ni Zapatero, ni Rajoy. La solución es un largo proceso de regeneración que debe comenzar desde ya. El camino será muy duro y muy largo, pero se puede remontar, se debe remontar. Tiene que poderse. Tenemos que ser mucho más combativos. ¡Sin ninguna duda!