Dije hace poco y repito ahora: lo de los indignados aparte de ser una mayúscula indignidad, es una farsa. Y es una farsa porque es la oficialidad disfrazada de rebeldía. Me explico: es el grito de protesta oficializado, en el que no aparecen para nada las grandes cuestiones políticas como el Faisán, la reforma del Estado autonómico, la persecución al español en las comunidades nacionalistas, el 11-M, la legalización de la ETA, etc.
Es la oficialidad que juega un partido contra sí misma, para ganarlo sí o sí, de igual modo que la oficialidad se montó una huelga contra sí misma, para ganarla sí o sí, de igual modo que la oficialidad jugó una eliminatoria contra sí misma por el tema del partido de la ETA, que debía ganarla (más bien perderla) en la ida, para perderla (más bien ganarla) en la vuelta. La misma oficialidad que se inventa varias marcas, sin dejar de ser una misma cosa, esa misma oficialidad es la que protesta contra sí misma, para hacerse caso a sí misma. ¡Todo mentira! Todo tongo, un tongo transversal, una moneda de cara y cara, donde la oficialidad elige siempre cara y obviamente, siempre gana así tan "azarosamente". Sólo los más imbéciles pueden creerse esa farsa de los indignados. ¡¡Por favor!! Hay que ser groseramente zoquete y descerebrado para creerse esa mentira...