Vayamos por partes, ¿no?
Con las definiciones en mano, hay que recordar que la potestad expropiatoria de la AAPP se justifica en base al interés social y que el derecho a la propiedad no es uno de los fundamentales.
Una cosa es que el garrulo de Chávez se dedicara a expropiar petroleras y negocios para meter miedo a la oposición y a cerrar los periódicos que hablaran mal de él, que cambiar de manos los títulos hipotecarios de entidades financieras que han entrampado a sus clientes a más no poder.
Los bancos y cajas han tenido ya tiempo para dar soluciones. Se les ha dado oxígeno, liquidez, biberón y teta. A cambio, el pacto tácito del Gobierno era que volvieran a abrir el grifo del crédito o que al menos dejaran de apretar tanto para que las familias pudieran respirar.
Lo que no se puede pretender es imponer unilateralmente el derecho de crédito de estas entidades, que ya sabemos que no tienen precisamente vocación de ONGs y van más bien a lo suyo frente al drama familiar que supone mandar a dormir bajo puentes y albergues a familias de 3-4 miembros, con parados de larga duración que antes se dedicaban al sector construcción.
Entiendo que para algunos estos problemas se les presenten muy lejanos o incluso fantasiosos, pero el tema del desempleo en Andalucía es acuciante y dramático. La gente no trabaja, no porque no quiera, si no porque sencillamente no hay nada en lo que se pueda trabajar.
No se trata de poner a clanes de gitanos a mamar de la teta del Estado toda la vida mientras se dedican a sus chanchullos de cobre por diferido, si no a dar una puñetazo en la mesa por lo que parece siempre ser un tira y tira y tira del mismo bando. Primero los rescatamos, luego les arreglamos las cuentas, y ahora que les paguemos también las deudas después de que les hayamos firmado un cheque en blanco con el dinero de nuestros impuestos.
Yo no soy precisamente fan de Cayo Lara ni de las revoluciones bolcheviques, que conste. Pero preocupa bastante la americanización a pasos agigantados que está dándose en nuestra sociedad, este "sálvese quien pueda y a mi que me paguen" sin ningún tipo de miramiento o contemplación por quienes hasta hace unos años eran sus "fidelísimos clientes".
No sé vosotros, pero me cuesta ver esta iniciativa como un despilfarro con los tiempos que corren, ¿para qué queremos un Estado y organizaciones políticas a las que debemos lealtad y obediencia si a cambio no dan con una solución con los problemas más básicos de la vida de su población? ¿En qué consiste el contrato social entonces?