Sufridos contertulios: estoy en la espina dorsal del Reino Unido, pero El Glorioso Nerón no descansa.
La noticia de hace algunos días del presunto asesinato de una niña de 12 años a manos de sus padres en Galicia, me ha impresionado. El perfil de personas acomodadas, ilustradas, y estimadas por su entorno no se ajusta, en mi mente, al perfil de un delincuente. Un hecho como este nos deja un montón de preguntas sobre cómo la apariencia de normalidad, educación, prestigio profesional y personal no es garantía de nada. Que, en la vida, todo el mundo ( quiero decir realmente todos ), puede ser, en un momento determinado, tanto si la ha cometido o no, acusado de un delito. Podría asegurar que si alguien ha incumplido las normas, como responsable de esta infracción, debe pagar por lo que ha hecho y, en consecuencia, todo el peso de la ley y la justicia debe caer sobre ellos. En eso estamos todos de acuerdo.
Pero, a veces , en lo que no estamos tan de acuerdo es cuando a una persona que aparentemente ( importante la relatividad del adverbio ), parece culpable, se le declara inocente. Encontramos un escándalo que el individuo al que consideramos responsable no acabe en la cárcel. Eso que visceralmente y, por tanto, de manera irracional se podría entender, no tiene ninguna justificación si hacemos entrar la razón y hablamos realmente de justicia. La justicia debe trabajar para garantizar que quien ha ido a la cárcel sea realmente culpable de los hechos que se le imputan. Que ha tenido un juicio justo y que las pruebas, reales y tangibles ( no opiniones y suposiciones ) han demostrado que él es el responsable. He ido aprendiendo que lo que no podría pasar nunca es que, por unos supuestos determinados, una persona inocente acabara entre rejas ...
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