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LoginSi hoy se celebrasen en Francia elecciones presidenciales, Marine Le Pen eliminaría a François Hollande o Manuel Vallsen la primera vuelta, pero sería derrotada por Nicolas Sarkozy o Alain Juppé en la segunda y definitiva.
Ese el resultado del primer sondeo de la temporada política que comienza, publicado por el semanario Paris-Match. A 19 o 20 meses de las próximas elecciones presidenciales, se trata de un indicador muy provisional, pero significativo, quizá.
El presidente Hollande continúa estancado en su cota de impopularidad excepcional. Apenas cuenta con un 10 % de fieles, prestos a defender sus tres años de mandato presidencial. Cara al futuro, apenas cuenta con un 20 % de intenciones de voto en la primera vuelta de una todavía lejana elección presidencial.
Manuel Valls, primer ministro, tuvo hace meses una cota personal muy alta. Su función de primer ministro lo está hundiendo. Apenas cuenta con un 22 % de intenciones de voto en una primera vuelta presidencial.
Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional (FN, extrema derecha), por su parte, continúa instalada en el podio de una popularidad sin precedentes. El «asesinato» político de su padre, Jean-Marie Le Pen, «excluido» oficialmente de su propio partido, no ha disminuido en absoluto una cota personal muy alta.
Según el último sondeo de Paris-Match, un 26 % de franceses se dicen hoy dispuestos a votar a Marine Le Pen en la primera vuelta de una elección presidencial que se celebrase hoy. Teóricamente, la presidenta del FN sería la gran vencedora de una primera vuelta presidencial, derrotando incluso a cualquier candidato conservador.
Nicolas Sarkozy y Alain Juppé, los dos grandes candidatos conservadores, solo cuentan con un 24 o un 23 % de intenciones de voto, en una primera vuelta anticipada. Eliminados Hollande o Valls en la primera vuelta, Sarkozy o Juppé derrotarían a Marine Le Pen en la segunda y definitiva vuelta.
Se trata de indicadores todavía lejanos y muy provisionales. Pero que traducen, en cierta medida, los nuevos equilibrios políticos de una Francia atormentada e inquieta donde el 30 % de los obreros votan a la extrema derecha desde hace más de una década.
