No puedes ver los enlaces.
Register or
LoginEl pasado 20 de diciembre a Santiago Abascal no lo votó ni siquiera su mujer, aunque ella tenía excusa porque estaba dando a luz al cuarto hijo del secretario general de VOX. El partido consiguió al final menos de 57.000 votos, un resultado decepcionante para alguien que cuenta con un contexto social e internacional tan favorable: del Frente Nacional francés al FPÖ austriaco, pasando por el UKIP británico o el propio Donald Trump, con quien por cierto comparte lema de campaña (“Make America Great Again” frente a “Hacer a España grande otra vez”). Pasamos un día de precampaña con el líder de VOX para intentar entender por qué en España no prospera una opción política que avanza con fuerza en el resto del mundo.
10:30. Cafetería Juanyta ME MATA
Nos cita en una cafetería muy moderna situada justo debajo de la sede de VOX en Madrid y donde parecen conocerle bien. Trae un casco de moto y un libro de Pío Baroja en la mano. “Es uno de mis escritores preferidos y hoy sería considerado un fascista”, dispara. Saluda con efusividad y por su nombre a la camarera (Rihanna, una chica negra de República Dominicana) un par de veces, hasta que consigue desencadenar la pregunta.
- Os acusan de ser racistas. ¿Lo sois?
- Me alegro que me hagas esa pregunta porque estaba pensando si debería sacar el tema yo. Ser racista equivaldría a ser antiespañol porque los españoles no hemos tenido nada que ver con el racismo anglosajón. Rihanna por ejemplo es de República Dominicana, de un país que es hermano. España fue un Imperio mestizo y en el comité ejecutivo tenemos un mulato. El racismo me repugna.
Hablamos un poco de todo, por presentarnos y por organizar el día. Nos agradece varias veces que un medio de comunicación le preste atención. “Soraya Sáenz de Santamaría llamó a las teles del duopolio para meter a Podemos y quitarle votos al PSOE. Y con nosotros han hecho lo contrario: desde el PP nos han vetado con todas sus fuerzas. Con la exposición mediática de Pablo Iglesias yo tendría al menos 20 diputados”.
Abascal no se siente cómodo con la etiqueta de “ultraderechista” que se le suele aplicar a sus homólogos en el extranjero, pero reivindica inquietudes compartidas con todos ellos. Sobre todo en tres asuntos: “rechazo al superestado de la Unión Europea, rechazo a la inmigración musulmana y reivindicación de la identidad y la unidad nacional”.
11:25. Con "el Bárcenas" de VOX
Subimos a su oficina, donde nos presenta a su equipo. Solo hay cuatro personas trabajando a tiempo completo. El resto son voluntarios o colaboradores. “No tenemos dinero para más porque nos financiamos de las cuotas de los afiliados y con 'fundraising'. Y nos negamos a endeudarnos”, explica. Nos lleva hasta el fondo del pasillo para presentarnos a “al Bárcenas de VOX”, bromea, justo antes de pillarlo fumando.
Se disculpa para entrar a una reunión con asesores de campaña venidos de Inglaterra y Estados Unidos, con quienes se comunica con ayuda de un traductor. “Mi inglés no es muy bueno”, confiesa, antes de dejarnos solos en su despacho, donde hay banderas de España, libros de Historia de España y escudos de España en diferentes épocas. Antes de irnos subraya la diferencia entre rivales y enemigos. “Rajoy, Pedro Sánchez o Rivera son rivales. Los independentistas catalanes y los bolivarianos de Podemos son enemigos”.
12:30. Despacho rojigualda
Nos presenta a una de las militantes más aguerridas, la abogada Rocío Monasterio, que acaba de interrumpir un acto del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, entregándole una Constitución y unas esposas. “Queremos hacer política de gestos antes que política retórica. Queremos llevar a la tribuna de oradores del Congreso lo que la gente se dice por Whatsapp. Hay que ponerles las esposas a quienes desobedecen la Constitución”, reivindica. Después repasa la política de comunicación con su asistente de prensa, un chico muy joven que se llama Manuel Mariscal y quien le informa de una encuesta de Forocoches que les coloca como cuarta fuerza política. “Y nuestras encuestas internas nos sitúan incluso mejor”, dice.
Antes de abandonar la oficina, le da tiempo a hacer una llamada personal. Marca un número de la Agencia Tributaria en Álava para preguntar por qué le siguen solicitando que haga la declaración de la renta en el País Vasco si ahora vive en Madrid. Se enfada porque el contestador automático le pide elegir entre euskera y español y porque la web en la que le recomiendan informarse no acaba en .es sino en .eus. “Otro motivo para no declarar mis impuestos allí”, gruñe al funcionario que le atiende al otro lado de la línea.
13:45. Carrera en moto por Madrid
Santiago Abascal se mueve por Madrid en una reliquia de dos ruedas. El coche, dice, es “demasiado caro y un engorro con tanto tráfico”. Cultiva una imagen de hombre intrépido y arrojado que él conecta con su infancia y juventud en Amurrio, donde vivió con escolta desde los 23 hasta los 35 años por las amenazas de ETA. “Cuando vives así, te preocupas menos por las cosas que no son importantes. A las amenazas por internet no les dedico ni un minuto, ni me agobia, ni me preocupa”.
Cuando era joven, recuerda, el teniente general de la Guardia Civil le llamaba el “pequeño saltamontes”. Le consiguió una pistola y una licencia de armas, que él sigue manteniendo por costumbre y “por si crecen las presiones con el tema islámico”.
Se sienta en el despacho para contarnos que adquirió conciencia política antes de los 10 años, cuando mataron al cartero de su pueblo en un atentado y cuando su padre, político del PP (uno de los primeros que reconoció haber cobrado de una 'caja B'), le habló con franqueza de lo que estaba pasando.
“He llegado a pegarme en la calle a puñetazos siendo un chaval. Venían a provocarme, a insultar a mi padre y a mi madre, entraban en mi clase y pintaban mi nombre con espray en la pizarra. En las fiestas he soportado que todo el graderío me insultase. En cuanto pude me afilié al Partido Popular y fui presidente de Nuevas Generaciones del País Vasco. Mi mayor miedo durante toda mi juventud es que matasen a mi padre. Vivíamos en tensión. El día que liberaron a Ortega Lara estaba en un bar y no tenía con quien celebrarlo, así que salí corriendo y llorando por la calle hasta que encontré a un guardia civil y me abracé a él”, recuerda.
14:00. Una caña con los chavales
Hemos quedado a comer en Casa Gala el restaurante de Salvador Monedero, padre de Juan Carlos Monedero, y candidato en las listas de VOX. En la entrada hay un grupo de chavales tomando una caña y haciendo turismo político. Enseguida reconocen a Abascal y se quieren hacer una foto. “Te juro que esto no estaba planificado”, nos dice, invitándolos a tomar algo. Los cuatro estudiantes vienen del CEU y estudian Derecho y ADE. Simpatizan con las ideas de VOX, aunque votaron al PP en las últimas elecciones y parece que volverán a hacerlo.
Durante un buen rato hablan del derroche de las autonomías, del gasto público y de libre mercado. “A mí lo que más me importa es la unidad de España y la defensa de las víctimas del terrorismo, que se les falta el respeto”, comenta uno. Otro, hijo de militar, asegura que lo básico es el amor a la patria. Un tercero dice que valoraría votar a VOX por “la sagrada unidad de España y porque defiende la vida, la familia y la religión”.
“O sea que estáis de acuerdo con mi programa pero vais a votar al PP. ¿Por qué?”, les increpa Abascal.
Los chicos le explican que en las europeas y en el Senado ya le han votado y que podrían volver a hacerlo, pero no en el Congreso porque España se juega “la secesión de Cataluña” y la “llegada de la izquierda bolivariana”.
15:00. Judías con callos con el padre de Monedero
Salvador Monedero coloca en una mesa/expositor un taco de ejemplares del libro de Santiago Abascal. Los apila junto a los ensayos de su hijo, de quien habla con enorme cariño. “Intenté afiliarlo al PP de pequeño, pero él era así desde niño y ahora no discutimos de este tema. Nos entendemos. Hay que estar abierto a todo”, dice.
No se sienta a comer pero se para a charlar de política después de tomar nota y traer las bebidas. Habla de la coalición entre Izquierda Unida y Podemos. Y se le ocurren algunas ideas. “Podríamos asociarnos con UPyD y con Falange Española, aunque vayamos cada uno con nuestro programa, pero así podemos sumar”. Abascal frena la iniciativa enseguida. “Son cosas del pasado. Ya lo intentamos con Ciudadanos y no nos respondieron”, dice.
Sacamos el tema durante la comida. “¿Falange Española? ¿Cuál es vuestra postura frente al franquismo y el falangismo?”.
“Reivindicar el franquismo sería como reivindicar la II República. No estamos en eso. Si alguien en su ámbito privado quiere hacerlo no lo vamos a expulsar del partido, pero no se puede hacer en nombre de VOX. Estamos en contra de la Ley de Memoria Histórica o del abandono del Valle de los Caídos. Con este tema además pasan cosas muy curiosas, por ignorancia. Una vez en el PP les mandé a Borja Semper y a otro compañero una carta de Primo de Rivera (La Gaita y la Lira) sin decir quién la había escrito. Les pareció que estaba muy bien… hasta que les dije que era de Jose Antonio”.
17:00. Paseo por la mezquita
Durante la comida conocemos a su vicesecretario de recursos, Víctor González, el encargado de las cuentas, un empresario enérgico, liberal, religioso y muy patriota con quien se fue una vez a Irak, “a las trincheras, para ver lo que estaba haciendo Daesh”.
Nos cuenta que en una ocasión compró una empresa en Indonesia que tenía en su inventario un cargamento de preservativos de muchos colores y tamaños, además de anillos vibradores. “No sabía si era pecado vender eso, así que le pregunté a un cura, que se quedó muy sorprendido. Después de consultarlo me dijo que sí, que podía hacerlo. Así que se lo vendí a unos gitanos. Yo los preservativos no los uso mucho. Tengo siete hijos y en camino está ya el octavo”, bromea.
González nos propone llevar a Abascal a hacerse unas fotos en una mezquita madrileña para dar fuerza a uno de los puntos fuertes de su discurso: el rechazo a la “islamización de España”. Nos sigue con su moto hasta la mezquita de Estrecho, en el barrio de Tetuán, donde se queda sorprendido por la cantidad de extranjeros que caminan por las calles.
Entramos en el recinto minutos antes del rezo y el líder de VOX nos sigue muy callado e incómodo por si estamos interrumpiendo algo. Una vez fuera, se pone a charlar con un grupo de musulmanes, a quienes da un apretón de manos y les pregunta quién financia la mezquita. “Son muy sonrientes pero si se casan con tu hija le colocan el velo y se acaba la simpatía”, resume. Después, al ver las fotos, nos pide que le mandemos una donde aparece saludando al musulmán con un cartel de Seguros Pelayo detrás.