Desde el principio, McChrystal estaba decidido a dejar su sello personal en Afganistán, a usarla como un laboratorio para una controvertida estrategia militar, conocida como la contrainsurgencia. COIN, como es conocida la teoría, es la nueva biblia de los jefazos del Pentágono. Una doctrina que pretende compatibilizar la preferencia de los militares por la violencia de alta tecnología, con las demandas de batallas prolongadas en el tiempo, en estados fallidos.
COIN llama al envío de grandes números de tropas sobre el terreno, no sólo para destruir al enemigo, sino también para vivir entre la población civil, y, lentamente, recontruir, o construir de la nada, otro gobierno de la nación. Un proceso que, incluso sus defensores más acérrimos, admiten que requiere años, si no décadas, para llevarse a cabo. Esta teoría, esencialmente, renombra a las fuerzas militares, expandiendo su autoridad (y sus fondos) para abarcar los lados diplomático y político de la guerra: piense en los Boinas Verdes [fuerzas especiales de la Armada] como si fueran voluntarios de operaciones de paz. En 2006, después de que el General David Petraeus testó la teoría durante su “renacer” en Irak, rápidamente se ganó un núcleo duro de seguidores como think-tankers (grupos de asesoramiento), periodistas, oficiales militares y civiles. Apodados "COINdinistas” por su entusiasmo sectario, este infuyente equipo creyó que la doctrina sería la solución perfecta para Afganistán. Lo único que necesitaban era un general con suficiente carisma y desparpajo político para implementarla.
El equipo del general es una colección, elegida a dedo, de asesinos, espías, genios, patriotas, operadores políticos y descaradamente maníacos. Hay un antiguo cabeza de las Fuerzas Especiales Británicas, dos Navy SEAL (grupos de operaciones especiales de la marina), un comando de las Fuerzas Especiales afganas, una abogado, dos pilotos de caza y al menos dos docenas de veteranos de combate y expertos en contrainsurgencia. Se llaman a sí mismos, entre bromas, Team América, tomado de una parodia sobre la estupidez de los militares, en la serie de animación South Park. Y se enorgullecen de sí mismos con su actitud “yo puedo” y su desdén por la autoridad. Tras llegar a Kabul, el verano pasado, el Team América empezó a cambiar la cultura de la International Security Assistance Force [ISAF, misión en Afganistán liderada por la OTAN]. Los soldados americanos ridiculizaban las siglas con diversos significados jocosos como I suck at fighting (soy malísimo luchando) o In sandals and flipflops (con sandalias y chanclas). McChrystal prohibió el alcohol en la base, expulsó al Burguer King y otros símbolos de los excesos yanquis, alargó las sesiones de intrucción matinales, para incluir a miles de oficiales, y remodeló el centro de mando en una sala de seguimiento. Un centro de información, diseñado emulando las oficinas de Nueva York del Mayor Mike Bloomberg. También fijó un rítmo frenético para su equipo, convirtiéndose en legendario por dormir cuatro horas por noche, correr once kilómetros cada mañana, y comer una vez al día (en el mes que pasé junto al General fui testigo de este último dato). Se ha creado una leyenda de súper hombre a su alrededor, como si la habilidad de continúar sin dormir y sin comida se tradujera en la posibilidad de un hombre ganando la guerra con una sola mano.
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