Socialistas y nacionalistas desconocen toda prudencia, hace diez años, los nacionalistas habían conseguido unos logros absolutamente impensables, ahora han conseguido bastante más, algunos intentan entender por qué no se conforman y se detienen.
Entonces entendí que incluso en mi malicia, que incluso en el hecho de saber que eran enemigos, quedaba todavía algo ingenuo.
Existen dos fronteras de ingenuidad: la primera consiste en creer que son buenos por naturaleza, que tal vez su error tiene como fin procurar el bien del prójimo. Se ha demostrado que no es así. La otra es pensar que, cuando obtienen victorias arrolladoras, se van a parar a consolidarlo. También es falso. No sólo son malajes, sino que no son exactamente hábiles en el uso de su razón.
Desconocen la prudencia, luego desconocen el riesgo, o lo desprecian. En cualquier caso, sus metas utópicas, (que toda la sociedad piense como ellos, la igualdad o el recuperar un paraíso del que supuestamente fueron expulsados) piensan que las tienen cerca, piensan que las tienen al alcance de su mano.
El oráculo me dice que no conseguirán sus objetivos finales, que no se detendrán, que a su fin, fracasarán, pero al terrible precio de desencadenar una tragedia.
