La lección de este esperpento es obvia: ni los ciudadanos, ni los abogados ni los jueces debimos permitir que el prevaricador Ruiz Polanco volviera. Si la reinserción debe prohibirse a todos los ciudadanos, con más razón a los jueces corruptos.
Una vez que se verifica que un juez es corrupto o deshonesto, no hay razón alguna para que vuelva, excepto la ley que apadrinó Peces Barba, abogado de los etarras, que algunos llaman Constitución.
Ahora vemos para qué se hizo, para quién y quién era el principal beneficiario de esta Consstitución: los clientes de Peces Barba: los terroristas.