Olvidemos la mochila de Vallecas, que ni era mochila, ni de Vallecas, ni nada. Olvidemos también lo de ETA y Al Qaeda.
El 11-M fue un golpe de Estado político, cuya manifestación más espectacular, fue el propio atentado, pero que no se reduce a las bombas en los trenes, ni a la manipulación, ni a la ocultación de pruebas. Es una trama política y una trama política está compuesta de hechos políticos significativos.
El 11-M puede considerarse como la muerte del Espíritu de Ermua, y como un golpe palaciego largamente planificado y cuya trama y cuyos efectos, continúan hoy en día. Así pues, el primer hecho político significativo, puede considerarse el cambio de rumbo que toma la política antiterrorista a raíz del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Este hecho no lo considero parte de la trama, sino como hecho de referencia, a partir del cual se desarrollan una serie de acontecimientos destinados a boicotear esa nueva política antiterrorista. Nueva para España y nueva también, para quien gobernaba entonces.
A raíz del espíritu de Ermua, era evidente que los terroristas, si la operación de acoso y derribo contra su entorno, tenía éxito, estaban condenados no ya a desaparecer, sino a pasarse el resto de sus días en la cárcel. Era evidente, que, derrotados los terroristas, los demás separatistas, dejaban de resultar intocables e imprescindibles. Por eso en las elecciones del año 2000, los españoles dijeron que no hacían ni puñetera falta. Mientras, el PSOE, de la mano de Redondo Terreros, se apuntaba a la aniquilación del terrorismo y a que los separatistas, no eran ni mucho menos, imprescindibles. Pero aquí hubo el primer golpe palaciego de Egiguren, Felipe González, Zapatero, Rubalcaba, Cebrián, Tele5, etc. Que consistía en volver al entendimiento con terroristas y separatistas. Mientras eso pasaba, IU y los separatistas, también propugnaban en las declaraciones de Barcelona y Estella, la impunidad de los terroristas, en vez de su encarcelamiento a perpetuidad. Todavía el 11-M quedaba lejos, pero ya entonces se creó el ambiente político que hizo posible el 11-M. Y ese ambiente, pasaba por la ruptura de los consensos básicos, sin los cuales no puede funcionar una democracia ni una nación. Apoyar a los terroristas, dejaba de ser un acto de traición y se convertía en una opción política más.
Y es en ese contexto en el que debe entenderse el 11-M: una sucesión de golpes palaciegos para destruir España y la democracia. Pero no se agota ahí la operación terrorista. Hay que recordar también hechos como la liquidación de Losantos en la COPE o la manipulación que hizo el pp de la rebelión cívica de Alcaraz contra el pacto con la ETA, cuyo principal punto, es la impunidad de los terroristas.
La manipulación consistió en apropiarse primero de esa rebelión, para luego ir desactivándola, sobre todo a partir de 2008 más descaradamente, aunque todo empezó obviamente con Rajoy fingiendo que estaba contra la impunidad de los terroristas, entre 2005 y 2007. Luego vendría el otro autogolpe palaciego, esta vez dentro del pp, en el cual se quitó a los que estaban en contra de la impunidad de los terroristas, o se les puso en un cuarto o quinto plano. Sin ese autogolpe palaciego, tampoco tendría sentido el 11-M. Así fue como también el pp, se sumó a la contrarrevolución de Atocha.
Ya que el objetivo de desactivar el espíritu de Ermua, requería la liquidación de todos los que lo promovieron, tanto en el psoe como en el pp. Cuándo empezó efectivamente la operación Atocha, es difícil saberlo. Ahora bien: hay hechos que indudablemente forman parte de esa trama, como son esos golpes palaciegos de los partidos, golpes internos y externos. Si hubo más cosas de ese tipo, con toda seguridad las hubo. Ahora bien: que todos esos golpes palaciegos que he mencionado, son parte de la contrarrevolución de Atocha y que ésta no es sino la muerte de la revolución de Ermua, eso es indudable.