El delito debería estar en que un ministro use las instituciones con interés político de un partido. Juan Carlos Monedero debería de denunciar la situación, pero más concretamente llevar ante la justicia la filtración de datos de su persona, porque viola completamente y de lleno la Ley de Protección de Datos.
La filtración de los datos de Monedero, es el verdadero delito. Todo esto no es más que ruido mediático con interés partidista. Lo que ha hecho Monedero es habitual en España, en la Agencia Tributaria es de sobra conocido. Si en vez de Juan Carlos Monedero hubiese sido otra persona, la Agencia se hubiese puesto en contacto con ella y le hubiese pedido que regularizase la situación, sin más. Ese hubiese sido el proceder habitual.
Pero el caso de Monedero es igual al del expresidente Aznar, igualito, solo que sin tanto ruido político ni mediático. Las declaraciones complementarias son, han sido algo normal en España, y lo seguirán siendo.
Un tal José María Aznar, Presidente de Honor del PP, muy pocos meses después de dejar de ser Presidente del Gobierno constituyó junto con Ana Botella Famaztella S.L., con un capital social de 3.006 euros, una sociedad familiar cuyo objeto social era “la explotación de los derechos de propiedad intelectual de doña Ana Botella Serrano y de don José María Aznar López en todas sus manifestaciones, como libros, escritos, discursos, alocuciones, conferencia y otras análogas”, a través de la cual ha facturado millones de euros, supuestamente para declarar menos a Hacienda. La Agencia Tributaria abrió una inspección a la citada empresa en el año 2013, que fue cerrada pocos meses después, presumiblemente sin sanción. Nada se dijo de fraude a Hacienda, ni de delito fiscal, pero lo cierto es que esta sociedad encubre unas actividades personales que, aplicando el criterio que se exige a Monedero, deberían de haber tributado por encima del 45%, y no por el impuesto de sociedades.
De todo esto, lo alarmante está en que desde el PP se use Hacienda para cometer delitos y persecuciones políticas. El delincuente es quien usa las instituciones a su antojo.