El problema viene porque aquí el/la defensora de la penalización del aborto con carácter general nos dice que las leyes son mutables. Efectivamente, una ley se puede modificar, se puede derogar y se puede complementar por varias vías. Pero es que eso que tu querrías no se va a dar. El propio ministro de justicia del momento, pretendió volver a una ley de supuestos como la que había anteriormente y no sólo no contó con el apoyo de la sociedad en su mayoría si no que incluso dentro de su propio partido había gente en contra de su modificación.
Por tanto aunque la posibilidad jurídica existe, sería absurdo volver a entrar en su modificación o derogación otra vez, el propio PP que quiso una ley distinta tomó el pulso de la sociedad y entendió que no tenía sentido legislar en contra de la mayoría social. Lo que a ti te gustaría no tiene pues salida jurídica, con lo que sólo os queda a los que pensáis así dar vuestra opinión contraria desde vuestro punto de vista y eso es hacer argumentos de filosofía jurídica, sobre que es persona, cuando existe vida merecedora de protección jurídica y temas varios.
Lo mismo pasó con la ley del divorcio o la ley de matrimonio gay, ni los sectores católicos reaccionarios de este país pudieron hacer nada por que salieran adelante, ni el recurso de inconstitucionalidad sobre la ley de matrimonio gay tuvo efecto y el porque es sencillo, la sociedad esta harta de moralidad impuesta, máxime cuando la moralidad que estos sectores pretenden imponer es el paradigma de la ley del embudo.
A vosotros os trae sin cuidado en realidad si una mujer aborta o no, lo que os preocupa es que eso es pecado a vuestros ojos y las circunstancias sociales de estas mujeres os importan un bledo. Os importa un bledo si esos nacidos acaban en centros de abandono o si mueren de inanición, sólo os preocupa vuestras conciencias hipócritas y nada más.
Por tanto, patalead lo que queráis, insultad que se os da muy bien, llamad a las mujeres asesinas, a los gays pervertidos o a los divorciados excomulgados pero es vuestra moral, y yo y otros muchos no queremos formar parte de ese club de santurrones que de puertas a dentro hacen lo que en público recriminan a los demás, fariseos no gracias.