No se puede enterrar la evidencia que desde el modelo político de los austrias se habla el castellano en todas las capitales catalanas, incluso antes. Imponer que todos sólo hablen la lengua catalana es propio de fascistas, por muy intelectuales que sean. El radicalismo también es una posición intelectual. Ha habido en la historia ultranacionalistas pródigos de todas las disciplinas y eso no quita que sean unos extremistas y parece que crecen como las malas hierbas.