
Lili, estoy de acuerdo en gran parte de lo que has expuesto, sin embargo, discremo en lo siguiente:
El servicio telefónico para víctimas de violencia de género se colapso en el mismo día de su instauración en Andalucía. Esta es la realidad, sea quien sea quien ha llamado aquel día, no fue inducido ni invitado por ningún medio sensacionalista para propagar problemas afectivas, fueron y son víctimas reales.
La realidad demuestra que no TODAS las denunciantes eran "víctimas reales". No olvides los frecuentes, por desgracia, casos de denuncias falsas. Aquí reproduzo el comentario que hace al respecto María Sanahuja, decana de los juzgados de Barcelona:
"He visto a personas detenidas que han pasado una noche en calabozos horribles y a la mañana siguiente salían llorando. Tampoco es agradable que alguien vaya a detenerte en tu pueblo o a tu trabajo si luego resulta que no había pruebas previas para ello". Sanahuja cree que se ha pasado de un extremo a otro.
"Antes, a las mujeres que denunciaban malos tratos se las mandaba a casa sin muchos miramientos, ahora, por fortuna, ya no es así, pero detenemos en un porcentaje excesivo, la policía, los jueces y los fiscales estamos actuando con miedo. ¿Qué pasa si no detenemos y luego ocurre algo?, me dicen en las escuelas de policía que he visitado. Esto no puede ser", añade.
Aquí está el link de donde lo he sacado: No puedes ver los enlaces.
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Login Hay que aplicar, mejor que una Ley de violencia de género que es CLARAMENTE inconstitucional y que, en muchos extremos, supone una discriminación masculina (y, por desgracia, no erradica el horrible problema de violencia de género) con consecuencias lamentables en algunos casos (piénsese en las detenciones practicadas contra hombres que al final resultaron ser inocentes, pero cuya vida social se vio después destrozada), otras medidas de mediación familiar y/o tratamiento psicológico. Así, quizás, lo que hace falta, según dice José Díaz Herrera, es una Ley de Mediación que "evite que todos los conflictos de pareja acaben en el Código Penal" (Libro "El varón castrado. Las verdades y mentiras de la violencia doméstica en España.", de José Díaz Herrera, pág. 771). De este modo, y sigo parafraseándole: "El Código Penal debería ser el último mecanismo a emplear, una vez han fallado las medidas educativas, sociales, culturales y los procesos de superación de las crisis familiares".