Vamos, unos demócratas de cuidado los izquierdistas de la época.
Déjales que vivan en su idílico mundo republicano, donde todo son garantías y derechos; donde la democracia tiene su mayor expresión y el pueblo soberano decide su destino y el de su Nación...Déjales que vivan en ese mundo, y que afirmen la legitimidad ad infinitum de la II República.
Yo, por mi parte, me quedo con lo que pasó en realidad. Tras proclamar la República exigen la salida del Rey bajo el pretexto de que no podían garantizar su integridad si no dimitía antes de las 19 horas, pese a que no se había discutido en tales elecciones la continuidad o no de la monarquía. Persiguen y acosan a la disidencia de derechas a la que se tachaba de monárquica y profascista, y cierran multitud de publicaciones derechistas con cualquier excusa. Expulsan a la Compañía de Jesús, queman conventos, matan a falangistas en Cuatro Vientos y en otros tantos sitios porque son "la amenaza fascista", que el ministro socialista Jiménez de Asúa crease la “Ley de vagos y maleantes...
Y también con la realidad del PSOE. Ya lo dijo Pablo Iglesias en el Parlamento: "El PSOE viene a buscar aquí, a este cuerpo de carácter eminentemente burgués, lo que de utilidad pueda hallar, pero la totalidad de su ideal no está aquí. La totalidad ha de ser obtenida de otro modo. Mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus aspiraciones". En los años noveinta aplicaron otra vez esta consigna en forma de GAL y corrupción de Estado.
Al final lo que se olvida es lo más importante. Que Largo Caballero prometió un golpe de Estado, y lo llevó a cabo en 1934, poco después de que la CEDA (Gil Robles) ganase las elecciones y la izquierda le entregase el poder al Partido Radical de Lerroux.
El golpe incluía el secuestro del Presidente de la República y un Gobierno de Comisarios del Pueblo. Al tiempo, Luis Companys proclamó en Cataluña el Estado Catalán de la República Federal Española. El golpe fracasó en todo el país salvo en Asturias, donde con 30.000 hombres, los socialistas y otros grupos se ensañaron con sacerdotes, guardias civiles, y algunos paisanos. El Gobierno consiguió mantener el control con el envío del Ejército, pero aún así se perdieron casi 3.000 vidas. Largo Caballero estuvo varios meses en prisión, y Prieto huyó a Francia, de la que volvería después. ¿De eso ya no os acordáis, verdad?
¡Viva la memoria histórica (selectiva)! ¡Viva la izquierda golpista fracasada!