Drop también tienes tú bastante razón en una parte grande de lo que dices. No sólo en lo que dices, sino en que lo expones de manera civilizada.
Yo ante la razón, cedo. Pero la razón es un proceso, no se tiene a priori, sino que se demuestra a posteriori. Hay gente que confunde la razón con el dogma y, que, cuando no defiendes ese dogma, te insulta y encima tienes que darle las gracias porque no te agrede físicamente.
Contra eso es contra lo que me rebelo.
En cuanto a mi discurso, hay mucho de exagerado, pero también parte de verdad. La parte de verdad es que la República fracasó, que hubo demasiada violencia republicana, que se sublevaron todos, que se mataban entre ellos y que aquello estaba condenado al fracaso. Por supuesto que yo habría preferido que triunfara Besteiro sobre Largo y sobre Franco, pero también es cierto que cuando decían: "media España no se resigna a morir", cuando Unamuno, Maeztu y Ortega decían que la República no iba y que se avecinaba la catástrofe, era porque no iba y se avecinaba la catástrofe. Cuando Largo Caballero decía lo de "muerte a la burguesía", no estaba bien de la cabeza, sin embargo, gobernó y los otros le dejaron, de modo que ahí hay mucha culpa en los que gobernaron y en los que le dejaron gobernar, cuando en los mítines salían carteles gigantescos de Lenin y Stallin, era porque simpatizaban una barbaridad con ellos.
E insisto: los políticos no son ni buenos, ni malos, son políticos, son canalizadores. A veces hacen grandes cosas, porque canalizan las buenas obras y los esfuerzos colectivos en la buena dirección, y entonces hacen mucho bien.
La parte oscura del contrato social, es que se ha encomendado a los políticos las grandes monstruosidades. El monstruo lo creamos entre todos, pero en el contrato social hemos designado a quien tiene que pringarse de porquería y mancharse las manos de sangre. Los tiempos han cambiado: antes era Fuenteovejuna, ahora son los políticos los que hacen el trabajo sucio de la sociedad. Y todo el que se mete en política, sabe que entre sus obligaciones está, en su caso, el pringarse de porquería y mancharse las manos de sangre. Así funciona el oficio de Maquiavelo, hoy, ayer y siempre.
No culpo por tanto ni a los políticos de la República, ni a los del franquismo por sus atrocidades: eran políticos.