Es algo contradictorio: la apariencia quizá invitaba a pensar que había relación entre aquel sujero, que es despreciable incluso para despreciarlo. No sé si me explico.
Es bastante extraño que a alguien que ni pasó, ni pasará nunca de pobre de espíritu a tener la menor entidad, incluso como chekista de cuarta, le haya podido ver alguna entidad de agresor o mafioso en el sentido siciliano del término.
Ahora opino, por el contrario, que este tío no tiene el menor fuste para organizar nada y por esta misma razón, es absurdo que nadie le quiera ni siquiera abuchearlo, porque ni para eso tiene entidad.
El agredido sí tenía entidad, por eso lo agredieron. El agresor físico no tiene nada que ver con el moral.
El que hizo el montaje, sencillamente tiene que aprender y el juez se encargará de enseñarle qué es lo que no se debe hacer por la tele. El de la patada es el auténtico hijo de puta, el agresor moral por más que quiera, no podrá tener jamás esa condición, porque no tiene la menor entidad. No veo tampoco que se le caliente la sangre por absolutamente nada por lo mismo que he dicho anteriormente. Tiene que pagar el daño que ha hecho, ni más ni menos. Y no veo mucha diferencia en que emita o que no emita, pues muchos no lo veremos.
Y en cuanto al agresor físico, no creo que lo haya hecho sólo.
Se dice que la manifestación sindical fue un fracaso en cuanto a la convocatoria, por el número. Es éste un error muy típico de los demócratas: el problema de los bandidos no es su número, sino el hecho en sí. Y los gangsters siempre son demasiados. Y que en Cataluña haya 160.000 chekistas de ikastolas y nazis, es para preocuparse muy seriamente. Otro tanto puedo decir de la manifestación de Madrid, que fue de 30.000.
El pobre agresor moral, ha conseguido lo que quería: que la gente le diera más bola que al infame Garzón, cuando sus fechorías son broma, al lado del desenterrador de la Guerra Civil. Lo siento, nunca llegarás a tener el título de enemigo público de España, como lo tiene con todo merecimiento, el canalla del juez Garzón.
¡Demasiado tarde!