Responderé también al último mensaje del execrable, indeseable y abyecto provocador:
La escoria de los liberados sindicales, aparte de cobrar el fruto no de su trabajo ni de sus cuotas, sino del erario público, ha protagonizado repetidos intentos de agresión. Ellos siembran un odio tan mayúsculo, como el del execrable, indeseable y abyecto provocador.
Si yo pensara como tú, si tuviera el mismo miserable código que tú, pensaría sin duda, que esa gentuza tan execrable como tú, merecerían... (no te digo qué, por no herir a la audiencia).
Ahora bien, chekista execrable, yo no pienso como tú. Y afortunadamente, los liberales, tampoco.
Ahora bien, chekista execrable: yo creo que los sindicatos deben vivir de sus cuotas, que tienen privilegios propios de los reyes absolutistas de la Francia prerrevolucionaria. Privilegios que deben abandonar, si no quieren acabar como acabaron Luis XVI y Maria Antonieta. Lo que digo, chekista execrable, es que si estos sindicatos no pueden vivir de sus cuotas, no son en modo alguno imprescindibles. Por el contrario, chekista execrable, son sustituibles por otros más modernos que se dediquen a una función exclusivamente relacionada con temas laborales.
El asunto, chekista execrable, es que (según dicen) la Comunidad de Madrid les ha cortado el grifo de las subvenciones a los sindicatos. Por eso están como están. Por eso y porque no pueden con ella mediante procedimientos democráticos y, porque saben, que en unas elecciones generales, vencería por goleada a Zapatero.