Nos han fallado los árbitros: el TC ni está, ni se le espera, justamente cuando más se le necesita: por su composición y elección, era de esperar. No tiene ya la menor autoridad para emitir sentencias. No van a ser respetados: su composición se presta a ello, están para ser enterrados. Dicten la sentencia que dicten, serán objeto de burla y de escarnio por ser algo ya anacrónico, pasado de moda, incompatible con los tiempos actuales, incompatible con la sociedad de la información. Han sido ya demasiados enjuagues, demasiados cambalaches, demasiado politiqueo de los peores politicastros, incapaces ya de hacer política, demasiadas concesiones al nacionalismo hispanófobo, demasiado uso alternativo del derecho, demasiada sentencia interpretativa. demasiado "esto no es lo que parece", demasiadas peleas con el Supremo, demasiado.
Y peor aún es el caso de SM el Rey: demasiadas concesiones al nacionalismo hispanófobo, demasiado inaugurar colegios donde se practica esa política nazi catalanista e hispanófoba, demasiados paños calientes con quienes sólo desean verle muerto, demasiado fingir que te preocupaba España en los discursos de Navidad. No eres patriota, Juan Carlos: no porque no quieras, sino porque no puedes. No respetas a tu país, ni a tus ciudadanos porque no te respetas a ti mismo, no te respetas a ti mismo, porque no te haces respetar. No convocas a los dos líderes de los partidos, porque ni son líderes, ni aquellos son ya partidos, porque partida ya está España. Sólo fantaseas, imaginando lo simpáticos que son quienes quieren verte muerto, fantaseas y finges que te entiendes con ellos hablando. A ellos es a los que les muestras su cara más afable. Eres un pobre diablo y lo que es peor, un suicida.
Y los líderes de los partidos, pues ni son ellos líderes, ni pueden llamarse partidos a esas auténticas casas de putas, cuevas de ladrones, santuarios de gangsters y mercenarios. Ellos a sus negocios: no creen en nada, no existe la política, ni el espíritu: su único afán es saquear España, provocar la guerra e irse ellos con toda la pasta y dejarnos la peor de las ruinas y la peor de las miserias, dejando que los nacionalistas hispanófobos exterminen a todos los hispanohablantes, incrementando ellos sus ganancias ilícitamente a costa de nuestra libertad, de nuestros bolsillos e incluso de nuestra sangre y de nuestras vidas.