¿Por qué el socialismo odia a la Religión? « No me gusta la política
Karl Marx, el que propuso crear un mundo fantástico imposible (comunismo) y originó así los peores genocidios y la miserización y tiranización de gran parte del planeta, en alguno de sus tantos errores de base afirmó:
“La religión es el opio del pueblo.”
(“Die Religion ist das Opium des Volkes“)
“Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real.”
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Sobre la frase de “la religión es el opio del pueblo”, una pequeña parte de verdad hay en esa frase. Recalco: una pequeña parte. No todo. Y menos aún la intención perversa e irresponsable de ese planteamiento por su parte.
Lo explicamos:
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‘Entender’ la propia vida
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La realidad BIOLÓGICA es que, igual que un perro no puede ver colores (sólo ve blanco y negro), e igual que un cocodrilo o cualquier reptil no pueden sentir emociones (de ahí esas reaccionas tan frías y espasmódicas), el órgano cerebral del ser humano (mamífero homínido) no está preparado para ENTENDER (profundamente y sintiendo que entiende) muchas cosas.
■No está preparado para entender o interpretar distancias superiores a las habituales para cazar animales. Así, si mira algo a 1 km. capta correctamente la distancia y su sensación. Pero si mira a la luna “parece” que está ahí delante, como una bola grande de queso flotando a 1 km. O si mira a las estrellas es incapaz de entender ni remotamente qué significa millones de años luz; también “parece” que están ahí, a cientos de metros o un km.
Las distancias extraordinarias siempre son percibidas o interpretadas por el cerebro con esta sensación de unos pocos km, que aunque es incorrecto, ha sido la distancia normal para cazar y vivir, durante millones de años.
■No está preparado para entender o interpretar lo que ve desde grandes alturas, ya que su sentido amplio de la vista se desarrolló en llanuras, sabanas, y lo más alto que subía era a un árbol para protegerse. Así, si te subes a un balcón de un primer piso y miras, percibes desde ahí todo correctamente, aunque lo percibes con una sutil sensación de superioridad y seguridad (como si hubieras trepado a un árbol y estuvieras protegido de tus depredadores). Pero subiendo a una altura anormal, si p.ej. uno está en un avión mirando por la ventanilla no puede entender lo que ve abajo: de repente todo se vuelve, y se ve y se ‘siente‘, como por arte de magia, como una maqueta. Esto se produce porque el cerebro de homínido no está preparado para procesar ese tipo de información (mundo visto desde tanta altura vertical), así que “la traduce” erróneamente a lo que conoce; a su abanico de capacidad de interpretación. Pero la percepción resultante es un error.
■De igual forma, el ser humano tampoco está preparado para entender o interpretar su propia muerte, fin absoluto y desaparición. Sabe que tiene que evitarla, y además es instinto, pero no entiende por qué eso tiene que ser así.
■Tampoco la muerte de un ser querido. Ni la muerte en general. Proceso que, por más que sea natural, impepinable, imposible de escapar a él, y que suceda constantemente, realmente no viene el cerebro homínido con la dotación de entendimiento para su entendimiento. Así, es un total shock de incomprensibilidad cada vez que sucede.
■Y de igual forma y con más motivo, el ser humano no está preparado para entender o interpretar el por qué de su propia existencia. Así, cuestionárselo le genera desasosiego, e infelicidad. “De dónde venimos”, “a dónde vamos, “para qué todo esto”,… Son esquemas y estructuras simples del cerebro, esquemas instrumentalistas de las cosas. Esos cerebros nos sirven para fabricar una lanza, o una herramienta.
P.ej.: la lanza “viene“ del árbol y de la punta de hueso, “es para” cazar mejor y con menos daños, y “va a“ donde va. Todo encaja de perfectamente. Éste es un enfoque instrumentalista que se adapta perfectamente a la lanza.
Pero es un procesador de información netamente insuficiente para facetas más complejas; como entender la propia existencia, a la que no puede aplicarse ese análisis instrumentalista.
■Igual que todo lo anterior hay que entender o interpretar las mil y una vivencias y experiencias duras, ingratas o injustas de la vida, accidentes, fatalidades, enfermedades, coincidencias, malas rachas, plagas, etc. Y una cosa es saber que algo ha sucedido, y otra es poder aceptarlo, y otra aún mayor poder aceptarlo sin buscar un culpable al respecto. Y con fe religiosa y un “los designios del señor”, se vive significativamente mucho mejor y en consonancia con la realidad y la Naturaleza, aun sin ser capaz de entender.
■”La vida es quehacer”, ya lo decía Ortega y Gasset. “Nos viene dada sin pedirla, pero nos viene dada por hacer, y eso implica quehacer diario para mantenerse vivo”.
Este es otro punto de la vida que aunque muchos lo asuman con inercia o sin cuestionamiento, tampoco es fácil de entender. Aquí viene la religión también con un sistema de valores muy correcto en este sentido (“a Dios rogando y con el mazo dando”, “la pereza es uno de los 7 pecados capitales”, etc.).
¿Y si quitas la religión? ¿Cómo aceptar esta realidad que tengo que vivir? Tanto esfuerzo, tanto sacrificio ¿para qué? ¿Por qué? ¿Quién me está provocando esto? ¿Hay culpables de esto?
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