A mí también me parece, en ocasiones, un tanto violento llamar a las cosas por su nombre, sobre todo, tratándose de personas. Estamos acostumbrados en esta puñetera vida a andar con eufemismos por no molestar pero -creo que con Quevedo- me planteo: ¿siempre se ha de pensar lo que se dice?, ¿nunca se ha de decir lo que se piensa? Creo que insultan más los hechos consumados de estos profesores que los calificativos más duros -pero absolutamente ciertos- de cualquiera de sus alumnos. Vagos es poco. Son unos irresponsables, ventajistas abusando de su situación, malos profesionales, sacaperras, y desmerecedores de la posición que ocupan. Y lo peor de todo es que no serán degradados sino, en todo caso, buscarán cómo timar a más gente, mayores cantidades y, muy probablemente, incluso lo conseguirán.