Pero toda esa "necesidad de normas jurídicas" que dices que existe y que te parecen tan necesarias compañero Drop es porque previamente lleva mucho tiempo fallando algo, a saber:
Socialización, concienciación, educación, reeducación, responsabilidad y conciencia, cultura cívica, economías postizas, consumo y globalización demencial...
Ahora la solución es en detrimento de la autonomía de la persona, de la seguridad jurídica, jugar al Estado "papi" etc
No me gusta. Me gusta mucho más lo que yo propongo como alternativa: cambiar la educación, la cultura, políticas sociales y redistributivas, concienciar, reeducar: que no es lo mismo que imponer, que imponer ESTADOS que permiten el saqueo de los mares, de los montes, de los hábitas naturales mediante políticas de ladrillo, globalización y consumo que se lo van a cargar todo.
Yo me estoy mirando algunas de estas cuestiones y esto tiene mal final, al tiempo.
Un saludo cordial, estimado compañero Drop.
Mira. De un largo tiempo a esta parte este país ha estado aquejado una individualitis feroz. No resulta sorprendente que la (presunta o ya declarada) corrupción de ciertos políticos no sea causa de rechazo electoral en la ciudadanía. El problema es que esa falta de ética en la vida pública se ha ido transladando a los ciudadanos en su vida particular. ¿Concienciar, reeducar? Eso sí que suena a soviético/maoísta. ¿Cambiar la cultura? Fíjate en los programas de telebasura. Son de lo más educativo, ¿verdad?
El Estado permitió a lo largo de los años toda una política económica basada en el ladrillo. En la especulación inmobiliaria. Las CCAA ganaban y los ayuntamientos ganaban dinero a espuertas a través del IAJyD y el impuesto de plus valía. No había que controlar ni los ingresos ni los gastos. Y así estamos. Un enorme número de parados, dicen. Y una economía sumergida preocupante. Todo el discurso actual echa la culpa a ZP. Falso. No la tiene en todo. La alternativa política a ZP no es precisamente un dechado de virtudes basada en unos principios éticos: obsérvense sus maniobras políticas: fomentan la desconfianza en los políticos, acusándoles de espionaje (sin pruebas conocidas); a cualquier cosa que haga se le ponen pegas, y se les acusa de que es "una cortina de humo" (¿todo?); son necesarias políticas redistributivas, dices: pues bien, la eliminación de la desgravación de vivienda va en ese sentido, porque esta desgravación supone, simplemente, la promoción de la vivienda en propiedad (cuando lo que hay que hacer es estimular la vivienda en alquiler), y la transferencia de rentas de los que menos tienen a los que más poseen.
Ciertamente, el sistema educativo está fallando mucho. El ciclo será muy largo, porque uno de los fallos está en la propia actitud de los padres con respecto a la educación de los hijos. Otro fallo está en el propio sistema, que alienta el sálvese quien pueda.
Algunas medidas han ido en la orientación correcta. El Gobierno ha creado puestos de orientador para el empleo: son muy necesarios. De las 852.249 personas que se acogieron al Programa temporal de protección por desempleo e inserción (PRODI), la denominada "ayuda de los 426 euros", más del 47 %, en torno a 400.000, encontraron trabajo antes de terminarlo. No es muy mal dato, ¿verdad? El Indicador de Confianza del Consumidor (ICC), que elabora el Instituto de Crédito Oficial (ICO), subió en febrero 2,7 puntos y se situó en 73,4 puntos, por encima de los 70,7 del mes anterior y de los 71,1 de febrero de 2010. Es un dato magnífico, y muy esperanzador. Pero el discurso político dominante, el único discurso que se ve y lee últimamente, es que estamos fatal. Pues no. Es necesaria una actitud positiva para salir de la crisis.
La norma de reducir la velocidad puede parecer una imposición. En un viaje de cinco horas, supone 27 minutos más. No parece mucho. ¿Quiénes van a esa velocidad? ¿La gente sin trabajo? ¿Los que tienen menos dinero? Pobres. Ellos, si se tienen que desplazar, van en autobús: es lo más barato. ¿Va suponer una disminución de nuestra balanza de pagos con el exterior? Indudablemente sí. Y ello mejorará nuestro rating, evitará que tengamos que emitir deuda a altos intereses.
Y, si se tiene en cuenta que dichas razones para disminuir la velocidad también se tienen en cuenta en otros países -leí un informe de Nueva Zelanda que incluía esta consideración- entonces no hay vuelta de hoja. El discurso de rechazo del PP es lamentable. Y no le debemos seguir el juego. Ni Nueva Zelanda, ni EEUU ni el Reino Unido son países, precisamente, soviéticos.
Hay muchas cosas que hemos de arreglar. Se hará cambiando el modelo productivo, y también se hará transmitiendo una nueva cultura de solidaridad, de sana crítica, de colaboración. No se trata de que se esté limitando la autonomía de la persona: sino de que cada persona ejerza su autonomía teniendo en cuenta la esfera de autonomía de los demás, y que sea consciente de que esa autonomía va a ser más libre (y creativa) si a la vez amplía el ejercicio ajeno de la autonomía ajena. Es decir: hay que volver a tener un sentido ético de la vida.