(Se refiere al año 1947)
Creo que Carrillo delira pero una barbaridad, no se acuerda de que era él, el que entregaba a sus camaradas a la policía.
Por su avanzada edad, ni le odio, ni le compadezco, pero tampoco me es indiferente. Siempre fue un tremendo cínico, un pragmático de la peor especie. No veo cómo puede tener la jeta de hablar así, en términos elogiosos y de cercanía, de unos compañeros a los que traicionó de la forma más vil y rastrera, para que no le hicieran sombra. Y encima tiene la jeta de inventarse que esos a los que traicionó estaban dispuestos a ser terroristas suicidas, y encima que se inventa esa infamia, después va y lo ensalza. O sea, le parece bien que alguien cometa atentados y se quite la vida para no responder de sus actos. ¡Patético!