Mirad: yo he ido a una manifestación de esas. Y puedo decir que yo llevaba una de las banderas más grandes de España. (Grandes por tamaño, no se me malinterprete).
Yo llevaba esa bandera, me la ofrecieron y la cogí. Otros llevaban banderas más pequeñas, igualmente rojigualdas y uno, uno de 700.000 o algo así, llevaba una bandera del águila.
Y puedo decir que ninguno de nosotros teníamos ningún sentimiento de superioridad sobre nadie, por el hecho de ser españoles, que todos teníamos claro que la grandeza no nace, se hace. Pero de igual modo que la grandeza se hace, la maldición tampoco nace: se hace. Esto en general es así, vale que algunos artistas, pintores, etc. nacieron genios y favorecidos por los dioses: de acuerdo, eso también existe, pero es la excepción. Y desde luego en los pueblos no existe ese tipo de cosas. Y éste es el sentimiento típico del nacionalismo: creerse superior por haber nacido en tal sitio. Caemos y nos levantamos, según se hagan bien o mal las cosas. Ninguno de nosotros creemos que por ejemplo el que nace catalán, nace maldito. Cosa que sí afirma el nacionalismo catalán y vasco, sobre el que nace español.
Grandeza griega, miseria griega: ni los griegos fueron grandes por ser griegos, ni ahora van de culo por ser griegos: fueron los hechos, las decisiones y un poco el azar, lo que les produjo el auge y la decadencia.
Y esto, aunque lo hayan dicho también personas muy religiosas: no es sino racionalismo, que como se ve, es algo muy distinto del nacionalismo, por mucho que superficialmente sólo les diferencie una letra.
De ahí que se saquen banderas españolas, en reivindicación de que no somos un pueblo maldito, por el hecho de ser españoles. Ni el pueblo es maldito, ni la bandera es maldita. El error es emplear los términos así, en vano, aparentando desconocer el significado o dándole otro muy diferente al que realmente es.