La armonización fiscal perseguida por la Unión Europea, entendida como una aproximación de las legislaciones y no como su unificación, debe llevar a la creación de un espacio comunitario sin fronteras interiores, en el que puedan circular libremente personas, mercancías, servicios y capitales. En este espacio sin fronteras, la vida será mucho más sencilla tanto para el ciudadano europeo como para la economía.
La política fiscal comunitaria no pretende recaudar impuestos europeos, su verdadero objetivo es crear un mercado interior operativo. Es importante señalar que también en este ámbito se aplicará el principio de subsidiariedad (artículo 235), en virtud del cual la Unión Europea sólo se ocupará de los asuntos de interés comunitario, dejando a los Estados miembros la mayor parte de las tareas de ejecución.
La aproximación fiscal afecta en primer lugar al Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y a los impuestos especiales, pero también se precisan medidas de alcance comunitario en otros ámbitos, como, por ejemplo, el régimen fiscal de las empresas, donde algunas divergencias entre las normativas nacionales provocan distorsiones de la competencia, incompatibles con el buen funcionamiento del mercado interior.
Desde un punto de vista político, la aproximación fiscal presenta dificultades excepcionales, pues toda modificación en el ámbito de los impuestos tiene una incidencia directa en los ingresos de los presupuestos nacionales, ya sea favorable o negativa. Se trata también de una tarea difícil porque, en materia fiscal, las decisiones de los Estados miembros en el Consejo de Ministros han de adoptarse por unanimidad.
La introducción del euro. En relación con lo expuesto, hay que hacer referencia a la realización de la UEM (Unión Económica y Monetaria), ya que constituye uno de los acontecimientos de mayor trascendencia tanto a nivel comunitario como nacional.