Entre las condiciones del acuerdo, Chipre se compromete a implementar medidas contra el blanqueo de dinero e introducir reformas impositivas que reducirán el atractivo fiscal del país. De este modo, sacrifica su condición de paraíso fiscal como moneda de cambio para acceder al rescate. O lo que es lo mismo, inicia el camino hacia la reconversión económica y financiera de la isla.
El segundo gran sacrificio estaba cantado: reducir el tamaño de la banca chipriota y reformarla al completo eran unas condiciones indispensables para que el acuerdo saliera adelante. Y así ha terminado ocurriendo. Laiki Bank –el nombre comercial con el que opera el Cyprus Popular Bank- será liquidado. Pero antes será troceado. Primero tendrá que separar los depósitos de menos de 100.000 euros y agruparlos en un banco bueno; luego, ese dinero será transferido al Bank of Cyprus. La otra parte de Laiki –los depósitos de más de 100.000 euros, las acciones y los bonos- serán empleados para pagar parte de la factura del rescate que corresponde a Chipre. Luego, esa parte mala, y con ella Laiki Bank, pasarán a la historia.
En 2012, la economía chipriota ya se contrajo más de un 2%. Para este año, las previsiones de invierno de la Comisión Europa contemplaban una caída del 3,5%; solo Grecia, con un decrecimiento del 4,4%, iba a superarle. Pero esos cálculos han saltado por los aires con el rescate. La reducción del tamaño de la banca chipriota, la fuga de capitales, el deterioro de las relaciones con Rusia, el incremento de la deuda pública o el parón derivado del corralito de la última semana anticipan una contracción mayor. Lo mismo ocurrirá con el desempleo. Los pronósticos contemplaban un repunte en la tasa de paro del 12,1 al 13,7%; las cifras finales serán peores. En palabras del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el país se expone a sufrir un “shock económico”.
El dinero procedente de la troika será un peso adicional para Chipre. Se traducirá en un incremento de la deuda pública hasta unas tasas comprendidas entre el 140 y el 150% del PIB. Es decir, habrá entre 140 y 150 euros en deuda por cada 100 euros que genera la economía. Con los nubarrones que aguardan a la economía chipriota, se antoja difícil imaginar cómo podrá devolver en el futuro esa deuda sin incurrir en una reestructuración que aligere el peso de esa deuda. Aunque hay un problema. Con motivo de la quita impuesta a los acreedores privados en Grecia en marzo de 2012, Europa aseguró que se trataba de un caso “único” y “excepcional” para subrayar, precisamente, que no iba a ocurrir en ningún otro país de la región. Chipre amenaza con poner a prueba esta afirmación en los próximos años.
La penalización a los depósitos superiores a 100.000 euros y los compromisos para reducir el atractivo fiscal e inversor de Chipre no han sentado bien en Rusia. Las propias autoridades rusas han mostrado su indignación con el acuerdo, puesto que interpretan que lesiona los intereses rusos en la isla. Para Chipre, puede suponer una pérdida de capitales si los rusos se van con el dinero a otra parte. Y aunque Europa perseguía en parte esta consecuencia porque no veía con buenos ojos las relaciones financieras entre Chipre y Rusia, lo cierto es que se expone a ver deterioradas sus relaciones con Moscú. Para Nicosia, desde luego, el malestar ruso supone otra amenaza adicional para su economía en el corto plazo.