¿IU se ha quitado los complejos?
Yo soy un seguidor del discurso de Cayo Lara, de sus apariciones públicas. Lo que pasa es que los dirigentes no están solos. Están los equipos, están las influencias que pueden venir de otras organizaciones políticas o sindicales... si Izquierda Unida quiere ser decisivo tiene que pensar en que gobernar no es sólo estar en el Gobierno. Se puede gobernar desde fuera. El sillón es muy atractivo pero gobernar significa dirigir, incidir, condicionar, no necesariamente estar en el sillón.
¿Usted cómo ve el pacto con el PSOE en Andalucía? ¿Es una contradicción más en el discurso de IU?
Yo en lo de Andalucía estoy en contra pero no porque se gobierne con el PSOE. En Andalucía, con el 27% de peso real en la Junta, Izquierda Unida gobierna el 4% del presupuesto. Ha tenido que ir envainándosela en muchas cosas. Yo no estoy en contra de los pactos. Usted y yo estamos todos los días pactando. Yo con mi mujer y usted con su novia, y con su madre, y con el jefe. Todo el día es un puro pacto. El problema no es el pacto, sino lo que se pacte.
Siempre digo: '¿Para qué pactamos?' Y ya cuando empiezan a decirme: ‘Para luchar contra la derecha', entonces digo: ‘Uy, mal huele esto'. Porque es la excusa perfecta para pactar por sillones. Porque si me dicen: ‘Para gobernar contra la derecha por esto, esto y lo de más allá', entonces ya es más creíble.
El discurso de Izquierda Unida en ese sentido es doble. Es echar al PP, pero echarle por unos motivos y para hacer unas cosas determinadas
Eso es el programa.
¿Se identifica hoy más que nunca el famoso sorpasso de IU al PSOE con esa aspiración del Partido Comunista Italiano de vencer a la Democracia Cristiana y, por lo tanto, al régimen?
Había una diferencia. Cuando el Partido Comunista Italiano formuló aquella propuesta era un partido con un peso mucho más enorme que la modesta Izquierda Unida de entonces y estaba muy cerca de la Democracia Cristiana. Había muchísima menos diferencia que la que había entre IU y el PSOE.
Lo que pasa es que aquel texto del sorpasso nadie lo ha leído, que es lo que suele ocurrir, que todo el mundo habla y nadie ha movido una puñetera hoja. Ese discurso fue aprobado por la dirección federal, cosa que no dicen muchos dirigentes. Aquello no era decir: ‘Hay que pasar al PSOE'. No. Era una concepción estratégica que pasaba por trabajar en los barrios, con las organizaciones del PSOE intentando acercarse a ellas, arrastrarlas a una política común desde la base. Para que en su momento aquello cuajase en una alternativa que superase al PSOE. En su momento, no en las siguientes elecciones.
En parte ese trabajo se está haciendo ahora
Evidentemente, pero teniendo en cuenta que sobrepasar, el sorpasso, es para hacer una política. Es más, si mañana hay que pactar a mi me da igual, pero con un programa, con unas medidas muy claras, muy concretas. Por ejemplo, no podemos elaborar un discurso de ‘No a la Otan' y que después pactemos diciendo ‘bueno, hay que hacer la política exterior...' No, no y no.
El poder es cómo llegues. Y si tú llegas arropado con una fuerza que te vota tienes una fuerza que la usas. Porque política es fuerza. No nos engañemos. Al poder hay que ponerle otro. Hay que ponerle fuerza democrática.
¿Esa fuerza se puede aplicar en el caso de los países del sur, a esa alianza del sur de Europa que de la que habla tanto?
Es la única opción que hay, que el sur y algunos países del norte como Irlanda y algún otro rompan esa dependencia de la euroitis empalagosa y cutre y vean cómo construir otra Europa. Eso significa que Grecia, Italia, Portugal, España, Irlanda y algún otro que haya por ahí digan: ‘Primero de todo, desmonten el tinglado porque esto ya no es Europa. Esto no es lo que nos contasteis en la década de los ochenta y los noventa'. Ahora sólo se habla de Merkel y Draghi. ¿Dónde están los demás? No existen.
Pero en determinados países, como Italia, no hay una fuerza de izquierdas que pueda ser referente
Sí, gracias a aquel suicidio irresponsable del PCI. Nunca pagarán sus dirigentes suficientemente la barbaridad que hicieron. Yo fui testigo.
En Portugal el Bloco tampoco tiene esa fuerza
Mire usted, de seguir todo esto así, esa alianza tardará mucho en llegar a no ser que la situación se tense tanto que se produzca un proceso de aceleración, que es posible. En la historia ha ocurrido muchas veces. Pero ahora mismo es muy lento. Hay una capacidad de aguante tremenda.
El discurso político es propuesta, es compromiso, lenguaje dulce y duro a la vez, acercarse al pueblo y a veces decirle al pueblo cosas que no le gusta escuchar, que él también te las diga a ti.
Pero cuidado, yo no soy de los que piensan que un servidor público está a la orden de lo que diga el pueblo. Un servidor público no es el güisquero. Decir estas cosas no gusta.
¿Se refiere a un estallido de violencia, a una revuelta?
Me refiero a una situación insostenible. A que uno de los países de Europa no pueda pagar mañana las pensiones, que no pueda atender a las necesidades más elementales. Aquí ya es la tercera vez que se toca el fondo de pensiones y cuando vean que el paro sigue aumentando, porque sigue aumentando, porque los 66.000 cotizantes perdidos en octubre es tremendo.
El drama es pavoroso y salir de esta situación va a ser muy difícil, muy duro. Pero yo siempre pongo una opción: o nos morimos en la camita y poquito a poco nos vamos durmiendo, o vamos a la mesa de operaciones. Que nos morimos dulcemente, pues ¡ea!, nos morimos. Pero no protestéis eh, por favor, no protestéis. Que no sea la protesta de los resignados en los bares. Eso me molesta mucho, mejor estar callados.